lunes, 25 de noviembre de 2024

435. Inaugurar calles.

Ahora, cuando reabren una calle recién arreglada después de meses y meses de obras, ruido, barro y engorros, no hay nada especial. El ayuntamiento dice: Ya podéis pasar, y la calle se llena otra vez de coches aparcados, y los sufridos vecinos dicen: Ya estaba bien. Y se acabó; no hay más celebraciones.

Antes, cuando se arreglaba una calle, no se abría, se inauguraba. Y ahí me tenías al Gobernador Civil, al Presidente de la Diputación, a los Políticos del séquito. al Alcalde, los Concejales, el Cura, los Municipales, el Pueblo en pleno, las Mocitas vestidas con traje típico (todos con mayúscula porque la ocasión lo requería). Aquello era una fiesta. No como ahora, que si no eres vecino ni has sufrido la obra, ni te enteras de que esa calle está arreglada.

Yo, con la edad que tengo y siendo vecino fiel de nuestro pueblo, he conocido las calles embarradas, encharcadas en invierno y polvorientas en verano, siempre con caonás de mulos y cagarrutas de cabras. Unas pocas, las más céntricas y concurridas, sí estaban empedradas y los bolos redondos pulidos por el tiempo y por los pasos de la gente, brillaban como 'huevos prehistóricos' en los días de lluvias incansables.

A mediados del siglo pasado las cosas mejoraron y cuando nombraban un alcalde, este arreglaba su calle, metía tuberías de agua y de saneamiento, colocaba farolas y la ponía lisa de cemento. Y así se pavimentó poco a poco el callejero local. Pero luego venía otro alcalde y lo primero que hacía era, además de arreglar su calle, cambiar la fuente que otro alcalde había plantado en la Linde, levantar otra vez alguna calle recién cubierta de cemento o echarle una capa de alquitrán negro de ese que en verano se pone hirviendo y pegajoso.

Y en eso estamos, levantando calles ya arregladas tres veces, quitando aceras, poniendo rejillas que cuando hacen falta se encuentran asolbás, cortando árboles, plantado árboles... y ni el Gobernador ni el Presidente de la Diputación ni el Alcalde y mucho menos el Cura aparece por ningún lado cuando llega el momento de inaugurarlas.

Ahora os muestro varias fotos para que veáis lo que se formó cuando en 1949 inauguraron la calle Adoquines. Estas fotos ya han aparecido en otro momento pero es bonito recordarlas.

De izquierda a derecha, el cabo Bonilla mira desafiante al fotógrafo, el alcalde José Godoy, que mira a otro lado, se le mueve la corbata porque corría solano, el juez Pepe Vallejo teme que el señor de las tijeras se corte un dedo, el boticario Antonio Vallejo esconde sus gruesas gafas bajo un sombrero de justicia, el gobernador Rodríguez Acosta está a lo suyo, el cura don Timoteo se ríe porque la tijera no corta, Juan Molina está en postura de anunciar que él será el próximo alcalde, el capitán de la Guardia Civil y el maestro Antonio Velasco no pierden puntada de lo que pasa en el centro de la escena. Los niños también miran cómo cortan la cinta que dará paso a la calle recién inaugurada.

La comitiva avanza en compacta formación hacia el bar de La Fonda desde cuyo balcón el Gobernador dará un discurso memorable en el que prometió repartir la finca de Los Bosques entre los trabajadores del pueblo. El hombre bajito con la frente despejada que marcha a la derecha del alcalde es Cristóbal Navas, el sacristán.


18 de julio del año 1973. El Gobernador Civil corta la cinta para dar paso a una calle recién urbanizada.
Ahí están el alcalde Rafael Navas, el cura Astorga, el comandante de puesto, concejales, el municipal Pepe Herrero y dos señoritas ataviadas con un traje que alguien dijo que era el antiguo traje típico de las mujeres del pueblo.

Los vecinos y vecinas rodean a las autoridades que en la plaza de la iglesia, entre árboles de copa redonda, dan los pertinentes discursos. Arriba a la derecha, trajeados, aparecemos el médico Luis Reche, Enrique Navas y yo. Con las piernas abiertas, chaqueta estrecha y sombrero ladeado, un gitano asiste impertérrito a lo que acontece y se dice en lo alto de la poyata.

Año 1974. El Gobernador corta otra cinta de otra calle rodeados por casi la misma gente de las fotos anteriores. El del centro, el del traje gris, el de mayor estatura y que sujeta la cinta es Francisco de La Torre, el eterno alcalde de Málaga quien hace cincuenta años ya estaba metido en política. Aquí ha venido porque entonces era el presidente de la Diputación.

Los mismos cortando otra cinta.

Recorriendo la calle Adoquines (entonces del General Franco) entre tres tiendas: la de Repiso, la de Antonio la Bigota y la de Cristóbal Colón.

La calle que aparece en la siguiente fotografía, cualquiera podría decir que es la de alguno de los pueblos más bonitos de la provincia de Málaga: Frigiliana, Comares o Parauta. Por ella baja gente trajeada seguida de una comitiva. Las paredes, de blancura esmerada que llega hasta el piso de la calle, están exentas de zócalos ceramicosos y de los negros cables por donde ahora viaja la modernidad. En esta calle la luz va por unos escuetos cables que no se ven porque también están blanqueados con la ¡cal del caleeero! Las 'pilistras', rosales, geráneos o siemprevivas habitan en viejas tinajas, en desechados cubos de lata encalados, en ollas azules, en latas recicladas que fueron de pintura o en macetas de barro. Dos mujeres, apenas entrevistas en el umbral de sus puertas, una espera a la comitiva al tiempo que la otra le echa una ojeada al fotógrafo que inmortaliza el momento.

De esto ya no se ve en nuestro pueblo. Aunque no se lo crean es una calle nuestra, es la calle del Desengaño, la calle de España con el nombre más bonito. La calle que al principio de los tiempos en los que se hizo nuestro pueblo, era una calle sin salida, y como la gente subía y se encontraba ante una pared y tenía que volverse, sufría un desengaño.








2 comentarios:

  1. Juan Cristobal Ramos Torres25 de noviembre de 2024, 20:15

    Buenas tardes, amigo Paco y a todos los lectores. Desde luego que es un verdadero placer, leer y poder ver las fotografías rescatadas del olvido o del fondo de cualquier lata de carne membrillo, donde normalmente las guardamos, yo el primero. Pero sobre todo, disfrutar de tu amena forma de contarnos los hechos del pasado de nuestro querido pueblo, con tu prosa relajada y siempre con algo que enseñarnos. Un fuerte abrazo para todos y especialmente para ti.

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  2. Juan Cristobal Ramos Torres25 de noviembre de 2024, 20:19

    Ahora me fijo, y compruebo que el artículo está recién publicado, aún calentito. Casi seré uno de los primeros en poder leerlo. Gracias.

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