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El abuelo de Miguel Veleta arando junto al 'campo' de fútbol |
En un partido de fútbol, cuando a los jugadores les interesa perder tiempo, siempre tienen el socorrido recurso de lanzar el balón fuera del campo y ganar así unos preciosos segundos. En el lenguaje futbolístico esta táctica se conoce como ¡Balones fuera¡, pero en nuestro peculiar léxico futbolístico saucedeño, para referirnos a este lance del partido, empleamos una exclamación más explícita y precisa: ¡Balones a las habas¡
Este dicho tan nuestro nació en los tiempos en los que los aficionados a este noble deporte en Villanueva del Rosario no disponían de un campo de fútbol municipal, porque había que darle patadas a la pelota en un campo que ni era municipal ni era de fútbol: era simplemente eso, campo. Los jugadores esperaban impacientes durante todo el invierno y buena parte de la primavera a que alguna de las fanegas de tierra, más o menos llana y cercana al pueblo, quedara despejada y así poder jugar una vez segado y recogido el pejuar: trigo, cebada, matalahúga o habas.
A veces se tenía la suerte de que alguna haza en condiciones quedara todo el año de barbecho y disponible, si el amo del terreno lo consentía, para que los intrépidos deportistas desfogaran todas las tardes sus ganas de pegarle patadas a una pelota; pero cuando llovía, por muy de barbecho que fuera, no se podía pisar el terreno pues era un puro barrizal.
Quedaba, eso sí, el recurso de irse a las eras que, como estaban empedradas y libres durante el invierno, permitían el peloteo y el partidillo sin miedo al barro. Las eras más grandes eran las de abajo: la de Coscurrones, El Zocato o la del Canelo. Las de la Fuente Vieja era más pequeñas, redondas y casi todas servían de mular durante buena parte del año. Lo malo de jugar a la pelota en un sitio empedrado como una era son las caídas y rachones cuyas consecuencias resultan siempre más dolorosas que si se producen en un lugar terrizo. Echar un partido en una era tenía su mérito y aquella época tan dura debería ser conocida como la edad de piedra del fútbol saucedeño.
Como muestra la fotografía de arriba, tomada a principios de los años sesenta, en la que se ve en pendiente el presunto campo de fútbol en el que se disputaban los partidos, lindando con la tierra de labor. El hombre que está arando, indiferente a lo que sucede en el campo de fútbol, es el abuelo de Miguel ‘Veleta’. Allí, a lo sembrado, a las habas es a donde irán a parar los balones que se salgan del campo por la línea de banda.
Y esta segunda foto, tomada desde el cerro Bastián en los años sesenta, en la que se divisa varios hormigueros de deportistas pegándole patadas al balón, a la pelota o a lo que sea.
ResponderEliminarHasta los 13 años participé activamente a esos partidazos memorables.Marqué algunos goles frente a porteros épicos como José el Manazas.¿Carrera de futbolista frustrada?No lo pienso pero hay queda la duda.