Sería el año 1987 cuando un caluroso día de septiembre decimos subir al Morrón de la Aguililla. Yo ya había subido antes varias veces, pero es éste un lugar que nunca nos cansaremos de visitar. Ahora ya no puedo y por eso animo a los jóvenes a que lo conozcan y disfruten mientras las fuerzas les acompañen.
Aquel día éramos seis: mi cuñado Cristóbal, mi compadre Paco Bernal, mis hijas Mónica y Raquel, mi hijo Manolo y yo.
Es una entrada breve con sólo seis fotografías de mi álbum familiar. Merece la pena echarles un vistazo sobre todo por el paisaje que se contempla de esta altura tan nuestra.
Subimos andando desde el pueblo aunque era un día caluroso. Aquí estamos entre los pinos Manolo, Raquel, yo y Mónica |
Refrescándonos antes de la escalada. |
Bebiendo en la fuente de la Maera |
En plena escalada entre las rocas. |
Yo hice esta foto. Al fondo el pueblo como era hace casi cuarenta años. La cara de Manolo es un poema. Perdona, hijo, por sacarte así. |
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