viernes, 11 de diciembre de 2020

272.- Fotos con historia

1. El sombrillero

Jaime García Corrales me envió a principios de 2018 este correo:

"Hace unos cuantos días casualmente fue a para a mis manos una fotografía, la cual te adjunto, que me hizo retroceder en el tiempo hasta mi niñez. Se trata de 'Paco el de las tejas' o también conocido como 'el sombrillero', aquel que nos visitaba los inviernos y que anunciaba su presencia tocando unos trozos de tejas en forma de castañuelas para ofrecer sus servicios como reparador de sombrillas"

Jaime me aclara que al parecer este hombre era vecino de Villanueva de Algaidas y que, curiosamente sus visitas anuales coincidían casi siempre con el inicio de una temporada larga de lluvia, las célebres 'chamás' que ahora desgraciadamente han dejado de visitarnos. Era uno más de los trabajadores ambulantes que se ganaban la vida yendo de pueblo en pueblo, casi siempre a pie, ejerciendo diversos oficios o vendiendo sus mercancías: afilador, sillero, latero, el que vendía los pollos de la pata gorda, los antiguos arrieros, sombrerero, trapero, ditero...

En la foto, a Paco el de las sobrillas se le ve con el atuendo habitual de cuando venía al pueblo: boina, pelliza, los trozos de cerámica en la mano a los que hacía sonar como unas castañuelas y un manojo de sombrillas bajo el brazo. Ahora nadie repara los paraguas (antes se decía siempre sombrilla) porque son baratos y los chinos los tienen a montones; eso sí, duran poco pues son de mala calidad. Los paraguas antiguos eran caros y no todo el mundo se podía permitir tener uno en casa y si se averiaba había que arreglarlo. Eran de tela negra recia y resistente, las varillas de hierro y el mango de buena madera. La ruina de los de este oficio comenzó a mediados del siglo pasado cuando se puso de moda ir a Ceuta a comprar relojes, radios y cómo no paraguas porque allí todo era más barato al estar libre de impuestos. A los peninsulares que iban a Ceuta o a Melilla llegaron a llamarlos los 'paraguayos' porque, además de comprar tabaco, relojes o transistores, todos volvían con un paraguas bajo el brazo.

Un último comentario sobre este hombre que fue tan conocido en el pueblo hace ya más cincuenta años; aquí le dimos el sobrenombre de Luis Aguilé pues, además de cantar por las calles medianamente bien, tenía en su físico y en su cara un gran parecido con aquel célebre cantante y presentador argentino.





2. El cortijo de la Trini

Con este nombre era con el que conocíamos en el pueblo la vivienda que José Caro se hizo justo al lado de la carretera, entre el cortijo León, el cortijo Blanco y Mirasiviene, y enfrente del molinos Las Tres Piedras. Sobre el dintel de la puerta de entrada, lucía con letras de cerámica el nombre de la vivienda: LAS DELICIAS.

Ante la fachada del edificio todavía está la explanada bordeada por un muro que servía de asiento y desde donde se ve a poco más de un kilómetro buena parte del pueblo, pues el cerro Bastián oculta casi la mitad de la derecha de viejo casco urbano. Desde aquel mirador, donde se plantaron unos árboles frutales que todavía se conservan, se puede contemplar el eterno y maravilloso perfil de la sierra. En las fotos que os muestro, se ve el molino de Las Tres Piedras, la Huerta del Moruno y los molinos de harina y aceite que había donde ahora está la cooperativa San Juan.

El cortijo de la Trini, llamado así por Trini, la hija de José Caro, no era propiamente un cortijo, pues no se utilizaba como casa de labranza, sino como vivienda de cierto lujo. Con la misma idea de vivienda-residencia se habían construido en el pueblo la Huerta Africana (la Huerta Felipe), el cortijo El Moral, La Huerta Escobar o Villa H por nombrar las más conocidas.

Un paseo desde el pueblo a Las Delicias por la carretera recién inaugurada, en los días agradables de primavera y principios de verano, era uno de los gustos que se han dado las parejas y los jóvenes desde hace más de ochenta años. Por entonces el tráfico era escaso. La abundancia de árboles en las riberas del arroyo y de Cerezo y el verde de los trigos eran motivos propicios para las charlas de enamorados.

El 7 de octubre, el Dia de la Virgen, del año 1971 Pedro, mi hermano, y Mari Carmen, su mujer, abrieron al público el cortijo de la Trini con el nombre de Venta Las Delicias, convirtiéndose desde entonces en uno de los restaurantes más conocidos de la comarca.

Las fotos son de la familia Rosario Salazar, recientemente fallecida casi a los cien años de edad. Era hermana de Trini, Mariquita, Antonia y Aurora (que aún vive), las cinco hijas del Canelo y de Rosario, hija del Juaíco, por lo que son conocidas en el pueblo como las Juaícas.

De esta familia hablaré con más extensión en otra entrega.

Ricardo Martín y su novia Rosario Salazar. Trini Salazar con un niño en brazos
y Trini la hija de José Caro, que luce un vestido blanco con una especie de cíngulo
que le ciñe la cintura y cuelga hasta la rodilla. Bien podía ser un vestido de hábito.


Los mismos y una hija de Bautista Caro, vestida de negro y cuyo nombre ahora mismo no recuerdo.

Esta foto se hizo frente a las Delicias. Están Rosario Salazar haciendo un jersey de punto,
Trini Caro, Gertrudis, Trini Salazar...

En la foto anterior aparece la sombra del fotógrafo que retrata al grupo de mujeres que posan sentadas en la hierba del borde de la carretera. Y habréis comprobado que en su cabeza se dibuja la inconfundible silueta del tricornio de un guardia civil.

Hablemos de guardias civiles.

3. Guardias civiles

Una vez declarado por el gobierno de Franco el final de la guerra civil, en muchos lugares de España continuó una guerra de guerrillas contra el régimen militar y en defensa de la República. Eran los maquis, soldados del ejército republicano que se quedaron para continuar su lucha y que en el pueblo eran conocidos como 'los tíos de la sierra'.

El abrupto terreno de la sierra, la abundancia de cuevas y la existencia de cortijos alejados del pueblo y con caminos imposibles, favorecieron que estos guerrilleros resistieran durante una década los envites del ejército y de la guardia civil. Nuestro pueblo estaba situado en un enclave crucial de aquel enfrentamiento, liderado y coordinado en Andalucía por Roberto y capitaneado en la sierra por un tal Candiles. No me extiendo en detalles sobre los maquis, pues es materias sobre la que hay información sobrada en las redes sociales.

Para acabar con los guerrilleros que había en nuestra comarca, hacia 1940 las autoridades de Madrid enviaron al pueblo un destacamento de guardias civiles que apoyaría a los miembros de la comandancia local. Así fue como un día llegaron al pueblo, subidos en el cajón de un camión, un nutrido grupo de guardias civiles jóvenes pues ninguno de ellos superaba los veinte años. Si podemos, en alguna entrada de este MURRE hablaremos de algunos de los episodios que durante esta post-guerra civil sucedieron en nuestro pueblo y en sus entornos.

El caso es (y aquí es donde aparecen las fotos) que algunos de estos guardias civiles casi adolescentes pretendieron a jóvenes y casi adolescentes saucedeñas, Se formaron parejas de novios que paseaban por la carretera y al final terminaron como protagonistas de felices matrimonios. Tres de estas parejas fueron las formadas por Ricardo Martín y Rosario Salazar la Juaíca, Juan Martín y Águeda la del Nutrio, Antonio García e Irene de Porras. Con el tiempo los guardias civiles fueron destinados a distintos cuarteles y algunos, como Ricardo y Antonio, terminaron viviendo en Madrid.

Os muestro fotos de Ricardo Martín y Rosario Salazar tomadas durante estos paseos por la carretera.



El guardia de la izquierda me parece que es un Cano, hermano de Juan, Dionisio...




Fotografía de boda de Rosario y Ricardo