martes, 28 de diciembre de 2021

287.- La cuesta del eco

En el pueblo tenemos uno de los topónimos más curiosos de nuestro entorno: Cuesta del Peo, cuesta que una vez arreglada, asfaltada y señalizada ya no es ni sombra de lo que era: pendiente, pedregosa y en curva. Aunque nadie ha aclarado hasta ahora el origen del nombre, el que tiene le viene al pelo pues todos sabemos lo que suele pasar a las bestias y a las personas que hacen el esfuerzo de subir una pendiente.

Esta cuesta linda con las ruinas de una villa romana del siglo III y que estaba situada a la derecha del río Cerezo, en el mismo sitio que ahora ocupa lo que queda del cortijo de Pérez. Pues bien, según se bajaba la cuesta del Peo, al borde del camino había varias docenas de sillares (piedras talladas en rectángulos) que debieron de formar parte de una edificación noble, quizás un templo pues en aquel paraje se encontró hacia 1920 una imagen en bronce de la diosa asiria Tiché, valiosa pieza arqueológica que se expone en el museo de Antequera.

Aquí os muestro la única fotografía que conservo de la cuesta del Peo vista desde abajo y con la sierra al fondo. Se trata sin duda de una romería con carroza y caballos que van hacia la Venta o Las Carboneras. La imagen que transporta la carreta deberá de ser san Juan, que es el santo patrono de estas cortijadas.

Pero hoy os quiero hablar de otra cuesta, que está en el pueblo, no tiene nombre y en la que si das una palmada, un zapatazo o dices ¡Eh!, se produce eco, y yo propongo que esta calle se llame la Cuesta del Eco. Eco y Peo son palabras parecidas, las dos se refieren a sonidos aunque no tienen que ver el uno con el otro. (Ustedes dirán, y con razón: Paco no tiene nada de qué hablar en el MURRE y echa mano a cualquier pretexto para enrollarse.)

El eco lo define la Física como "fenómeno acústico producido cuando una onda sonora se refleja en una superficie y regresa hacia su emisor". En la sierra, los tajos son lugares en los que es fácil que se produzca eco. Los antiguos griegos, que no tenían aún claro lo de las leyes físicas, se inventaban una historia, un cuento o un mito para explicar a su manera lo que no entendían.

De los mitos griegos nos habla Ovidio en Las Metamorfosis, donde escribe que Eco era el nombre de una ninfa de cuya boca salían las más hermosas palabras. El más grande de los dioses, Zeus, a quien los romanos llamaron Júpiter, era un enamoradizo ligón que perseguía a las hembras que se le antojaban, fueran humanas o divinas. Eco, con sus lindas palabras, distraía a Hera mientras su marido Zeus cortejaba a otras ninfas, dándole así tiempo a que se corriera la juerga sin que ella se enterara. Un día Hera descubrió la estratagema de Eco y la castigó quitándole la voz y obligándola a repetir la última palabra que decía la persona con la que mantuviera una conversación.

Vayamos al asunto que hoy nos interesa. Hay un punto concreto de la cuesta que, tras doblar la calle del Cuerno, sube hacia el tanatorio y el cementerio, en el si das una palmada o haces un ruido fuerte y breve, la pared de abajo produce eco y oirás cómo el sonido vuelve hacia donde tú estás. Lo noté un día por casualidad y mi obligación es difundir el descubrimiento. Para ello os muestro fotos de la cuesta e indico el lugar exacto en el que hay que dar el zapatazo o la palmada.

La cuesta vista desde arriba

La cuesta que sube hacia el tanatorio y cementerio

Hay que situarse en el centro de la calle

Más o menos en el punto blanco que hay en la calle

Esta señal en el suelo indica el punto exacto desde el que se percibirá el eco.