sábado, 30 de julio de 2016

230.- Concurso de macetas en 1973

Era agosto del año 1973 y el pueblo estrenaba su Feria del Emigrante, acontecimiento festivo que organizamos por primera vez un grupo de amigos. Como el presupuesto que nos había concedido el Ayuntamiento (presidido por el alcalde Rafael Navas, Rafalito Julián) era muy escaso, tuvimos que inventar actividades que movieran mucha gente pero que resultaran baratas. Uno de aquellos actos fue un concurso de macetas en la plaza de la iglesia.

Vecinos y vecinas acudieron con sus tiestos y sus flores para ver si ganaban las 500 pesetas con que estaba dotado el primer premio a la mejor y más preciosa planta que tuvieran en su casa. La plaza se convirtió durante unos horas en un hermoso jardín. El acto festivo  y multitudinario estuvo animado por una rondalla que organicé con alumnos del colegio en el que por aquellos años estaba yo de maestro.

Aunque las fotos que hice no salieron muy bien, en ellas se ve lo animada que estuvo la plaza durante la mañana del concurso. El premio, otorgado por un jurado popular, se lo llevó Rosario del Turco, quien presentó un hermoso tiesto de rojos corales.

A propósito de los folletos que hace la Junta de festejos para la Feria del Emigrante, es una lástima que no pongan cada año en la portada el número de orden que indique la antigüedad de este evento; recordemos que el consolidado festival de música ROCKSARIO, en este año 2016 va ya por la XXVIII edición y así lo indican los programas. La Feria del Emigrante va ya por la 51ª edición (quincuagésima primera); en números romanos, LI.

El año que viene será la 52 - LII - Quincuagésima segunda.





¿Qué os parece el aspecto y limpieza de la plaza de la iglesia hace cuatro décadas?







Esta foto la hizo mi cuñado Joaquín. La niña en primer plano es Carmen María.

La familia de Rosario y Paco ante la maceta premiada.

martes, 26 de julio de 2016

229 Vocabulario 21


Amocafre

Romana


Palabras de ayer

El vocabulario (conjunto de palabras que conoce y usa una persona o una comunidad) cambia con el tiempo: hay palabras que dejan de usarse, a la vez que otras nuevas se incorporan a la competencia lingüística de los hablantes. Baste como ejemplos el catálogo de palabras nuevas relacionadas con internet y los ordenadores (pen drive, chatear, gigas) que ahora son de dominio público, mientras que se han olvidado un riquísimo conjunto de palabras relativas a las faenas del campo (angarillas, amocafre, barcinar). Estas cuestiones serían tema para un estudio que en este blog no tendría mucho sentido. No obstante voy a recordar algunas palabras y expresiones que estuvieron en vigor en la manera de hablar de los saucedeños y que ahora, a mi entender, están moribundas.

Cuando yo era pequeño y tenía necesidad de beber, nunca decía “tengo sed”, porque la palabra sed, aunque estaba en el diccionario, nosotros no la usábamos; todos decíamos “tengo gana agua”; nuestras madres no daban sabios consejos: “No comas más arencas que luego te va a dar gana agua”. Lo mismo sucedía con el nombre bostezo y el verbo bostezar; si alguien se aburría en un sitio o comenzaba a tener sueño lo manifestaba con abrieros de boca.

Cuando se ponía uno enfermo (ahora todo el mundo entiende de medicinas, enfermedades y síntomas) el médico le mandaba una receta con la que había que ir a la botica (ahora farmacia) donde estaba el boticario (ahora farmacéutico). Si se tenía calentura (ahora fiebre) es porque había una infección y mandaban tarros (ahora antibióticos); si la cosa era más suave, lo que se recetaba era un bote (ahora jarabe); para los problemas de piel estaban las unturas (ahora pomadas). El termómetro se ponía en el sobaco, palabra mal sonante que ahora todo el mundo sustituye por axila, generalmente depilada.

Aparte de las tiras engomadas que se colgaban del techo y en las que las moscas se pegaban para su desgracia, para combatir los insectos que proliferaban por doquier comenzaron a usarse unos productos contra moscas y mosquitos que eran fabricados por la marca americana FLIT; por eso a los insecticidas actuales seguimos llamándolos fli. Un caso de confusión de nombres ante los nuevos productos fue el de una mujer que, para comprar lo que ahora conocemos como spray desodorante, se lo pidió al tendero en estos términos: “Dame un fli pa los sobacos”.

De los nombres de prendas de vestir, algunos se han perdido porque estas vestimentas pasaron de moda: justillo, combinación, salto de cama, bombachos, pelliza, cariñosa, gabardina, mascota… Otros luchan con denominaciones más usadas: blusita (camisa), calzones (pantalones). Para sujetar una tela con otra se usan los botones a presión (ciclistas) o los imperdibles (lañas),

Hay nombres que se imponen en detrimento de otros más sonoros y más castizos: hucha en vez de alcancía, churros en vez de tejeringos, puñetazo en vez del tradicional moquete o moquetazo. Lo mismo ha sucedido con el nombre ‘amarillo’; si alguien tenía la cara amarillenta por algún problema de hígado o que había perdido el buen color a causa de un susto, se decía que se había puesto paíso, es decir, del color de la paja.

Cántara de aceite, cedazo, entremijo, pleita.
Debajo, un costal

(Estas preciosas fotos las hizo Lucía Vegas)

jueves, 21 de julio de 2016

228.- Disfraces en la fiesta

Lo prometido es deuda; en esta entrada pongo la segunda tanda de fotografías con gente disfrazada en plena fiesta. Todas las imágenes proceden del archivo de Pepe Repiso.













lunes, 11 de julio de 2016

227.- Fiesta de disfraces

Acudo de nuevo al archivo del fotógrafo Pepe Repiso y os muestro una docena de imágenes. Son de las fiestas de agosto y alguna de octubre, y en ellas todos os reconoceríais sin más explicaciones si no fuera porque algunos van escondidos detrás de un disfraz.

Eran todavía aquellos años en los que no había móviles para grabar todo lo que se meneaba. La próxima semana pondré otra tanda.














viernes, 8 de julio de 2016

226.- En la playa

En vista de que se van agotando las fotografías que generosamente me habéis prestado para este MURRE, he tenido que echar mano (lo mismo que hace el Gobierno con el Fondo de reserva para las pensiones) de las fotos familiares que durante casi cuarenta años hice con mi máquina Minolta. Entonces, para hacer los retratos se necesitaba tener una máquina de retratar, había que comprar un carrete, teníamos que tener el cuidado de tirar solo las fotos que salieran bien  (porque no podíamos verlas hasta que se fijaban en un papel), mandar a revelarlas a un laboratorio, esperar unos días... y todo eso costaba tiempo y dinero. Una fotografía era un pequeño tesoro. Ahora las fotos se hacen gratis, se conservan sin problemas y, si uno se harta de ellas, las borra.

De aquellos días de verano que pasábamos en las playas de la Misericordia, he seleccionado apenas una docena correspondientes a dos años distintos.

Eloísa y María Jesús

María Jesús y Bernabé

María Jesús

Madre, tío y sobrina

Ahí estoy yo; como soy el que hace las fotos, casi nunca salgo.

Madre e hija

Este ya es otro verano: María Jesús, Mónica y Eloísa, tan joven y tan linda.

Mónica y su prima Reme

Rosa Mari, Mónica, Reme y María Jesús

Mónica en la orilla con su diente y su cubo

Rosa Mari

Jugando en la arena entre las sillas de tijera, el chiringuito y al fondo la chimenea.