Las cosas pasan y con el tiempo tendemos a olvidarlas, sobre todo si son experiencias negativas.
El covid, esa terrible enfermedad infectocontagiosa proveniente de China, se expandió rápidamente por todo el mundo, convirtiéndose en pandemia, y a principios de marzo del 2020 el gobierno de España declara el estado de emergencia y el confinamiento en sus casas de toda la población. Así fue cómo estuvimos encerrados, y sin rechistar, hasta casi finales del mes de mayo. Ahora lo recordamos y parece como un sueño y tanta gente muerte: fue una pesadilla.
En el pueblo lo vivimos en nuestras casas y cada uno a su manera. El año 2020 no hubo procesiones de Semana Santa ni oficios religiosos ni san Marcos ni comuniones ni día de la Virgen... El año siguiente, el 2021, con muchas restricciones empezó a normalizarse la vida gracias a las vacunas. Y en eso estamos hasta la próxima: que llegará.
Yo, sin salir de casa, hice algunas fotografías de nuestra vida de encerrados y de los aplausos en la plaza a las ocho de la tarde. Luego la situación se fue normalizando, siempre con la dichosa mascarilla, hasta que pudimos reunirnos los familiares, sin pasar de un número determinado de personas, en algún lugar de ocio como era nuestra piscina.
De aquellos meses pongo mis fotos, algunas fechas y a ver en lo que queda esto. Ya tendremos ocasión de hablar en otro momento de la sequía, de las calores a destiempo y del precio del aceite.
En la casa.
Yo me dejé la barba. El nieto Manuel nos hizo compañía todo aquel tiempo.
Los vecinos aplaudíamos a las ocho en punto de la tarde al tiempo que Cano ponía desde el estanco el Resistiré del Dúo Dinámico a toda marcha.
Día de la Virgen, octubre del 1920
El reencuentro de la familia.
Día del Pilar del 2020
