domingo, 28 de octubre de 2012

7.- Refranes sobre el tiempo

El hombre de campo se ha interesado siempre por el tiempo climático pues en ello le iba la cosecha y, para intentar predecirlo, ha observado los indicios naturales que anuncian los cambios. Esa información se ha ido transmitiendo de padres a hijos como un saber enriquecido a fuerza de experiencia. Aún en estos tiempos de satélites y ordenadores, la gente del campo sigue utilizando sus observaciones domésticas para confirmar o enmendar las predicciones de los meteorólogos.
Normalmente estas predicciones adoptan la forma de refranes; algunos son muy genéricos y no siempre se cumplen.

Lloviendo por Santa Bibiana, cuarenta días y una semana.
La luna de octubre siete lunas cubre.

Otros tienen más visos de acertar:

Borreguitos en el cielo, charquitos en el suelo.
Arco al poniente, coge la yunta y vente.

Cada comarca tiene sus propias condiciones climáticas y ha creado unos dichos o refranes que las describen. En Villanueva del Rosario las nubes que traen más agua son las que provienen del suroeste, las que entran por el Golfo de Cádiz; si las nubes, por muy de color panza de burra que sean, vienen del noroeste, hay muy pocas probabilidades de que llueva. Esta observación ha sido plasmada en una sentencia climatológica local:

Si las nubes van para Alfarnate, estate;
si van para el Colmenar, te puedes ir a arar.

Así pues, está comprobado que los temporales que descargan lluvias abundantes son los que provienen del oeste; por allí, por los puertos, entran las nubes beneficiosas para el campo y no las que vienen desde el sur ni del norte, el 'granaíno', tan frío y tan seco en invierno. Los antiguos decían que se si se oía el pitido del tren que pasaba por la Peña de los Enamorados (arrastrado el sonido por el viento que venía del poniente) era seña segura de agua. Hay un dicho que resume para nosotros esa observación:

Guadalquivir cerrado, Málaga abierta, agua cierta.

Un viento que nos visita con más frecuencia de la que desearíamos es el solano, una corriente de aire que desciende en rachas desde la sierra, se embala hacia las partes bajas y barre los campos, las casas y las cabezas de las personas durante muchos días seguidos. Es el mismo levante que en Málaga deja las playas sin arena y los mercados sin pesca. Es viento seco propio del verano, pero cuando corre en los meses fríos del año suele arrastrar nubes que descargan lluvia. Así lo confirma el refrán:

Solano, agua en la mano;  en invierno, que no en verano.

La Nube de Alcalá es un cúmulo redondo como el cucurucho de una magdalena que se forma sobre Gibalto y que es síntoma de tormenta; sale tres tardes seguidas aunque no siempre termina con lluvia. Las tormentas no son buenas ni en invierno ni en verano; son las que cada cierto tiempo han ocasionado las célebres riadas del Arroyo y de Guadalhorce. Las tormentas más dañinas son las que se agarran a la sierra, donde descargan en la cabecera de las cañadas, ríos y arroyos. Hay un refrán que las destierra:

La tormenta, buena o mala, pa Lucena.

Los días de lluvia generosa, constante y menuda se asientan en la zona media de la sierra unas nubes alargadas y deshilachadas a las que los lugareños les pusieron el curioso nombre de la gata cazando. Cuando los días de lluvia son más de la cuenta entramos en lo que aquí llamamos chamá. En otros tiempos las chamás eran terribles pues traían al pueblo hambre y necesidad porque nadie podía salir al campo a dar un peón.

Las cobras de Vélez.
Con esta curiosa expresión son conocidas las nubes que, en los días de blanduras de agosto, asoman por la sierra desde las zonas costeras, voltean el Chamizo y se deshacen en Hondoneros trayendo al pueblo un ambiente fresco y agradable. La gente del campo llama cobra a la reata de bestias que atadas y uncidas arrastran la tabla o el rulo cuando se trilla la parva en la era. Según dicen, las cobras de Vélez tenían fama de tirar del trillo con pocas ganas y, como al haber blanduras la paja se reblandece y la faena de la trilla se hace dificultosa y lenta, a alguien se le ocurrió darles esta denominación a las nubes que en verano nos traen vientos húmedos desde la costa.
Estas blanduras de agosto también influyen en las predicciones que se hacen basándose en las cabañuelas porque, si algún día caen algunas gotas de estas nubes arrastradas por el viento, se supone que la predicción para el mes correspondiente será de poca lluvia porque la cabañuela ‘se ha vaciado’.


Nevada del 3-2-1954
El niño tendido a la izquierda soy (era) yo. Está el cura, José María Astorga, Pepe Herrero, un Pérez, Benito Velasco...
Estamos en la haza de Perragorda.

2 comentarios:

  1. ¡¡Enhorabuena!! Un gran blog lleno de curiosidades, fotografías y costumbres de este; nuestro pueblo, que trae a la memoria de las personas mayores recuerdos admirables y les muestra a los más pequeños, toda la cultura antigua de el pueblo en el habitan, despertando así su curiosidad.

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  2. Enhorabuena. Muy positiva. La información es muy buena y necesaria . Gracias Paco.

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