Alguien dijo (ahora no me acuerdo quién) que las imágenes de nuestros sueños no tienen color: soñamos en blanco y negro. Lo mismo les sucede a los recuerdos.
Una confesión personal: tengo mala memoria y, para paliar este problema que se acrecienta con los años, he tomado la decisión de anotar los libros que leo (un promedio de entre veinte y treinta al año), escribo el título y el nombre del autor, y elijo la frase que me haya interesado especialmente en cada una de esas lecturas.
Un ejemplo. Ricardo Piglia, en la primera entrega de su autobiografía titulada Los diarios de Emilio Renzi, dice lo siguiente: "Yo tenía que tener la facultad mágica de que cuando pienso algo, se escribiera solo".
¿A que sería una facultad maravillosa que todos hemos echado alguna vez en falta? Lo bien que discurrimos y razonamos en el fluir del pensamiento y lo mal que nos sale eso mismo cuando queremos decirlo con palabras o ponerlo por escrito.
Hoy escojo una veintena de fotografías en blanco y negro, como los sueños y los recuerdos, en las que aparece gente con el fondo blanco de las casas encaladas de nuestro pueblo.
Hay algunas fotografías que proceden de mi álbum familiar. Todo sea por el MURRE.
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La casa con balcones y flores era la casa de Primitiva, la mujer de Cristóbal el Sordo.
Luego fue el bar de Alpargatas |
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Una novia, del brazo del padrino va por una calle, que parece ser Los Adoquines, camino de la iglesia. La gente sigue entusiasmada a la pareja |
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En el puente del Arroyo.
La mujer de la izquierda es la abuela de Carlos Carbó |
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Parece un equipo de fútbol por los balones. Si os fijáis, seguro que conocéis a alguien pues muchos son de la familia de Julián. Están la calle Recodo, el callejón que da a la Plazoleta del juez. |
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Esta niña de vestido y lazo blancos tiene como fondo el molino que había
en lo que ahora es la cooperativa de aceite |
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Antoñillo el Rubio en mismo el lugar |
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En la Linde, junto a lo que quedaba de la fuente del Bacalao.
El de la izquierda creo que es Manolo Minuto |
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Paquiló y su hermano Javi, con su tío Carlos Peláez en la plaza del ayuntamiento |
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Mis hijas Mónica y Raquel pasando ante el solar donde se reconstruyó la casa del reloj en la plaza de la iglesia |
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Fotografía de los años cincuenta a la entrada del puente del Arroyo con el grupo escolar al fondo. De izquierda a derecha: Juan el veterinario, Juan de Frasquillo, Heliodoro y Alberto del médico |
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Eloísa en la plaza de la Linde |
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Eloísa ante los chalés, recién construidos y tan modernos, de Miguelín de doña Enriqueta, y de Frasquito Huevos |
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Eloísa de Gonzalo, Laura y Eloísa |
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Eloísa y unos niños delante de ls misma casa de lo que ahora es calle Cádiz.
La casa en obras es la de la Aurora de Onofre. |
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Juan José, Rosarito, Eloísa y Antonia María. |
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Yo, Eloísa, Rosi y Paco en los adoquines |
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Con Juanito y Mari Tedora de paseo. Al fondo los edificios grandes de cine España y el Grupo Escolar. |
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Otra vez en el puente. Es una foto de esas que ahora llaman selfi o como se diga.
Como se ve en la sombra, mi cámara Minolta está sobre el muro, le das a un botón,
sales corriendo y, tras unos segundos, se dispara sola. Una pregunta; ¿Dónde estarán las piedras calizas tan bien labradas de los puentes de La Púa, del arroyo Rusía, del Cerezo, del Arroyo y del Guadalhorce? |
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Pepe Repiso y yo en otro selfi en el cerro Bastián con el pueblo al fondo |
Amigo Paco, cada vez que leo algo tuyo me gusta mas tu forma de escribir y contarnos tus vivencias e investigaciones de las que siempre estoy ávido de encontrar nuevas andanzas de nuestro pueblo y sus gentes. Gracias por deleitarnos de forma tan amena.
ResponderEliminarGracias Paco
ResponderEliminarLlama la atención lo elegantes que vestían las señoras, esas cinturitas marcadas.y ese pelo tan bonito.
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