Lo llamaron Valle Rosario. Lo que prometía ser una urbanización de lujo en un entorno privilegiado se deshizo arrastrada por la burbuja inmobiliaria del 2008. Muchas personas hicieron su reserva y entregaron cantidades a cuenta pero las casas nunca se terminaron. Desde el pueblo se ve nítida la silueta de unas edificaciones inacabadas que comienzan a estar rodeadas de maleza. El bosque reclama lo que era suyo.
El Brosque ya está acostumbrado a ver cómo sus casas son devoradas por el abandono y el paso del tiempo. En la foto primera, restos de un cortijo en ruinas rodeado de olivos y monte.
Un día de junio del año 2017 cogí mi cámara, me di un paseo por aquel reseco paraje y saqué unas cuantas fotos que aquí os muestro. Las vistas desde aquellos cerros son una maravilla, con el pueblo y la sierra al fondo del horizonte. No he vuelto a pasar por allí y me temo que habrá ruinas para rato.
¡Cuántos intentos de pelotazo fácil han destrozado parajes que tardarán en recuperar su inicial estado!
ResponderEliminarEsta es otra muestra más del afán especulativo de unos tantos (quizás demasiados), que los sucesivos gobernantes no saben o no les interesa atajar, no sólo en nuestro pueblo, sino en todo el país, vamos de vergüenza.
ResponderEliminarBuenas tardes, el Ayuntamiento debería solicitar su regeneración del bosque que había. Muchas gracias por los reportajes que con tanto cariño haces del pueblo. Saludos
ResponderEliminarPues yo siempre he pensado que ese terreno lo podría comprar el ayuntamiento y hacer viviendas para los vecinos. no sé si seria posible, pero podría ser una propuesta para esa ruina ambiental
ResponderEliminarLos políticos responsables de este atraco al medio ambiente de nuestro pueblo pagaron por ello, todos sabemos quienes son se fueron forrados de pasta y que paso nada de nada
ResponderEliminarGracias por tu labor de denuncia y divulgación. Y gracias por procurar que me conecte con mi niña interior. Fui feliz los 7 primeros años de mi vida en el "Saurseo" en casa de mi abuela Rosario y mi abuelo Liborio y bordando en casa de la Eulalia con mi sillita, mi bastidor y mi peseta. Se entraba al patio de su casa salvando un escalón. Y creo que la casa estaba junto al bar del Barquillero.
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