miércoles, 27 de marzo de 2013

36.- Inauguración Caja de Ahorros

Mientras veíamos cómo en las películas del Oeste que nos ponían los sábados por la tarde en el cine España, por muy cutre que fuera el poblado donde se desarrollaban los hechos, había siempre un banco al que de vez en cuando atracaban, aquí, en Villanueva del Rosario, un siglo más tarde, no teníamos ni banco ni caja de ahorros ni lugar decente donde guardar nuestros capitales. La razón de que no dispusiéramos de una entidad bancaria no era por miedo a que la robaran; es que no había mucho dinero en circulación; el poco de que disponía el común de la gente lo guardaban los hombres en la cartera o los niños en las alcancías.
Pero cuando la modernidad dice aquí estoy yo, no hay quien la pare. Así, unos cuantos riquillos, el alcalde y hasta el cura hicieron fuerza al Monte de Piedad y Caja de Ahorros y Préstamos de Antequera para que abriera una sucursal en la mejor y más concurrida calle del Saucedo; los Adoquines.
En 1956, cuando se abrió la sucursal, el movimiento de recibos y de dineros era más bien escaso, teniendo en cuenta que los recibos de la luz los cobraban casa por casa, vecinos que tuvieran teléfono eran veinticuatro, los viejos no cobraban pensión, los maestros y guardias civiles tenían que cobrar sus pagas en Málaga donde un habilitado se la entregaba en un sobre, el agua era gratis aunque había que traerla en cántaros desde la fuente, el total de vehículos matriculados eran cinco y entonces no se pagaba ni sello ni seguro... Total, de pagos domiciliados, nada. La caja de ahorros estaba para que la gente pudiera ir guardando sus escasos ahorros y así poder dormir tranquilos. El lío y el negocio, que nos ha llevado a donde estamos, comenzó cuando unos cuantos ilusos empezamos a pedir préstamos, que devolvíamos a un interés del 24% y además agradecidos con la entidad por prestarnos nuestro dinero.
Después de setenta años de ser inaugurada, algún día alguien debiera contar los numerosos avatares por los que han pasado nuestra sucursal, sus directores, clientes y usuarios. Pero esa es otra historia.


Albañiles del pueblo (Antonio el Rubio, Pérez) y de Antequera poniendo
el mármol al mostrador de la Caja de Ahorros




Aspecto de la fachada de la caja de ahorros cuando fue inaugurada en 1956


Don José María Astorga, hisopo en mano, bendice los locales de la entidad en presencia de José García Berdoy, Manuel Muriel, José Nateras, Antonio Cano, Diego Navas...
Los monaguillos éramos dos: José Miguel (el del abrigo) y yo (el del jersey heredado de mi hermano Manolo). A la derecha el teléfono, el no va más de la modernidad que se nos vino encima.


Aquí estamos José Miguel, Juanito y yo escoltando a las autoridades.
Yo me pongo la mano en la cabeza como diciendo ¿esto qué es?

Las bellezas locales ponen su toque femenino al acto de inauguración.
Los monaguillos, José Miguel y yo estábamos siempre en todos estos fregados.



El párroco, bendiciendo las oficinas a diestro y siniestro.


Después del la inauguración hubo un refrigerio en la galería del grupo escolar al que asistieron las autoridades locales, los dirigentes de la Caja de Ahorros de Antequera y algunos invitados.

En el convite ya no estábamos los monaguillos.
Se celebró en la galería de abajo del Grupo Escolar.
Era el local más grande del pueblo.






Cartilla de ahorros donde anotaban a mano el Debe y el Haber.

Después de la Caja de Ahorros de Antequera, en el pueblo se instalaron la Caja de Ahorros de Ronda, la Caja Rural y la Caja Postal.

2 comentarios:

  1. Puedes decirme el segundo apellido de Jose Nateras? y donde puedo conseguir el libro del mismo?

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    1. José Nateras Nateras fue secretario del ayuntamiento de Villanueva del Rosario. Buen conocedor del pueblo y de su pequeña historia, hizo las primeras fotografías que se conservan de esta localidad y, junto al abogado Diego Navas, publicó un libro en el que se recogen datos sobre la vida y la historia de Villanueva del Rosario hasta el año 1954.
      De este libro solo se hizo una edición que fue adquirida por la gente del pueblo; yo guardo algunos ejemplares.

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