Imaginen que una mañana se para
un coche en La Linde, se baja un forastero y, a alguno de los que hay sentados
en los bancos del jardín, le pregunta:
-¿Sabe usted dónde vive Francisco
Álvarez Curiel?
-La verdad es que el nombre me
suena pero no sabría decirle.
El que está al lado dirá:
-Sí, hombre, ese es Paquito
Pedrines, el maestro, el que está casado con la Eloísa la Currita.
-¡Ah¡ ¡Sí! Mire usted, aquí es
que nos entendemos por los apodos. Ese vive en la plaza de la iglesia.
Los apodos, sobre todo en los
pueblos, son frecuentes y muchas veces, como hemos visto en este caso,
necesarios pues forman parte del patrimonio cultural de una localidad.
Nacemos con un nombre y unos
apellidos; el apodo, o lo heredamos de nuestros padres o nos lo ponen en algún
momento de nuestra vida. Con el apodo, mote, alias o malnombre se suele
destacar un rasgo del cuerpo o a un aspecto del carácter de la persona; en
otros casos, el apodo nace de una anécdota, de un chapuz que le sucedió a
alguien. Los hay acertados, graciosos; otros son sarcásticos, casi crueles, y a
los que tienen que llevarlos de por vida no les hace gracia que se los digamos.
En su origen latino, apodar significa ‘comparar’, pues lo que
el apodo quiere decir se basa normalmente en el rasgo más destacado de una
persona. Esto viene de antiguo. Los nombres de los romanos constaban del nomen o apellido familiar, precedido del
prenomen o nombre propio, a lo que se
le añadía más adelante el cognomen o
apodo. Por ejemplo, el escritor romano Quinto Horacio Flaco, se llamaba Quinto,
era de la familia de los Horacios, y le pusieron Flaco porque era delgado de
cuerpo. Igual sucede con otros famosos escritores latinos: Marco Tulio Cicerón
(tenía una verruga, cicero, en la
cara), Publio Ovidio Nasón (nason por
su nariz prominente). Recordemos personajes famosos de nuestra historia a los
que el apodo se les ha hecho inseparable del nombre: Alfonso X el Sabio, Juana
la Loca, Jaime I el Conquistador, Felipe el Hermoso…
Detrás de algunos apodos se
esconde una historia o anécdota que da pie al sobrenombre; al final de la lista
explico el origen de algunos como Noticias, Minuto, Gamba…
Los hay que hacen referencia al
oficio de la persona o de alguno de sus ascendientes: Herrero, Seronero,
Albardonero, Carbonero, Herrador…
Es frecuente que, a continuación
del nombre de alguien, se haya añadido como apodo el gentilicio del lugar de
procedencia: Bermejo (Casabermeja), Perote (Álora), Regordeño (Ríogordo),
Archionés…
El aspecto físico ha dado lugar a
apodos tan clásicos como Rubio, Cojo, Sordo, Chato, Trescuartas…
El cortijo o paraje donde vive o
vivió un individuo es un recurso muy utilizado para referirse a esa persona:
Brosqueño, del Tardón, del Cortijillo, de Alemanes, de la Isla…
Los hay que, por la circunstancia
que fuera, han sido bautizados con el nombre de un personaje famoso: Armillita
(torero), Franco, Gento, Tarradellas, Tachenco…
Hay apodos que son simples
deformaciones de nombres propios: Tobalico (Cristóbal), Juaíco (Juan), Aguea
(Águeda)…
Son muy acertados los formados
por dos palabras: Pisablando, Culorroto, Treintameses, Feodoble, Manosucias…
A veces sucede que los padres le
dan al niño o a la niña un nombre poco frecuente, y a partir de entonces toda su
descendencia lo lleva, pero ya como apodo: Aelito, Gregorito, Polonio, Tedoro,
Faustino, Feliciano, Lonsa (Alonsa), Bartolo, Bautista…
Algunos apodos no son más que
apellidos o sus derivados: Montilla, Serrano, Serrana, Botello, Corrales,
Guardeño, Valencia, Valenciana, Ramos, Ramitos...
Hay apellidos que con el tiempo se
pierden, como cuando se muere sin descendencia la persona que lo tenía: Capitán Pompas, Cagaleta, Boquerón,
Canelas, Gata…
Una fuente de apodos son los
hipocorísticos, es decir, formas familiares y coloquiales que se les dan a los
nombres propios de persona. Pensemos en un nombre muy corriente entre los
españoles: Francisco y su femenino Francisca, transformados familiarmente en
Paco, Paca, Paquito, Paquita, Paquillo, Paquilla, Frasquito, Frasquita
Frasquillo, Frasquilla, Frascuelo, Curro, Curra, Currito, Currita… Lo mismo se
ha hecho con otros nombres como José, Juan, Pedro…
La llegada de la moda de poner a
los niños y niñas nombres raros, exóticos o extranjeros ha roto la uniformidad
y monotonía de la onomástica de los españoles.
Como ejercicio de memoria,
recopilo aquí los apodos más corrientes en Villanueva del Rosario: faltarán
algunos, sobrarán otros, pero para eso estáis los seguidores del Murre, para enmendarme
la plana o contarme el origen de algún apodo.
En los apodos que se dicen en los dos géneros, pongo la forma masculina; por ejemplo Currito, se sobreentiende que también se usa la forma femenina Currita.
Y sobre todo, al leer la lista, que nadie se moleste pues, queramos o no, esto
es lo que hay.
APODOS, MOTES, ALIAS,
MALNOMBRES
Aelito
Agachá
Agueo
Albañilillo
Albardonero
Alfarnateño
Alioli
Alpargatas
Antulio
Apuracopas
Archonés
Armillita
Atroje
Azucena
Balilla
Barquillero
Bartolo
Bautista
Beato
Belilla
Bereeno
Bigota
Bigotes
Binaora
Bizco seano
Bollos
Boquerón
Boquillahierro
Boquina
Bores
Borracha
Boticario
Botines
Brigada
Brillantina
Buscavías
Cabezuela
Cabo Luna
Cabramocha
Cafecilla
Cagaleta
Calera
Calerito
Caliche
Callejones
Calzones
Camballás
Campanario
Canasta
Candiles
Canelas
Canelo
Cánovas
Canovillas
Canuto
Cañones
Capachita
Capitán Pompas
Caprichos
Capullo
Caracol
Caramelo
Carpela
Carrasca
Carruano
Carruano
Cascales
Cascalo
Casildo
Castillera
Casuña
Catorzo
Cebollas
Cencerrita
Cerrajero
Cespe
Chambaridades
Chanchullo
Chaparro
Chato
Chavo
Chicharra
Chicharrones
Chicharrones
Chiquete
Chiquitín
Chiribías
Chispacuerpo
Chivito
Chivo
Chorrohumo
Cohete
Colmenillas
Colón
Colorá
Comeconchas
Comemocos
Coñique
Corrales
Correílla
Correo
Corrito
Coscurro
Coscurrones
Crespo
Cristalina
Culiblanco
Culocorcho
Culones
Culoroto
Curilla
Currito
Damiana
Daniela
Degol
Duende
El coíllo
El macho la casa Grande
El macho la era
El niño bonito
El santo
El señorito
Electricista
Escobeo
Espárrago
Espartero
Estanquero
Extorsiones
Fachendas
Farolera
Faustina
Feliciano
Feodoble
Finito
Follarengue
Follones
Fostró
Franco
Frasquillo
Gachas
Gallo
Gambas
Gamboa
Garbancito
Gata
Gazpirre
Gento
Goibaes
Gorda
Gordo
Gregorito
Guay
Guardeño
Guarrosordo
Gueíco
Guerra
Guerrilla
Güevos
Güevos de yeso
Guifa
Guiñapito
Guiñarra
Guiñarrones
Guitarra
Hebreo
Herrero
Hormiguita
Humera
Joseíto Arradio
Juaguillanda
Juaíca
Juan Díaz
Juanele
Juanilla
Juanimedio
Juaniquito
Juanorea
La Jarra
La Liebre
La Lonsa
Laña
Leonato
Lirio
Lucecita
Macala
Maestro pelos
Magulleto
Mahón
Malabimba
Málaga
Maleta
Manazas
Mandi
Mangasverdes
Manguino
Manolitas
Manosucias
Manquillo
Maquinista
Maraballón
Marca
Mareíllos
Mareos
Margallo
Margaro
Maroto
Marquitos
Mata
Matapollos
Maúro
Medianoche
Mediometro
Mellizo
Melón
Menchoro
Mermeo
Minino
Ministro
Minuto
Mirasiviene
Mistierras
Mocho
Mohíno
Molinilla
Mollete
Mono
Morcilla
Moro
Moruno
Moscatela
Motas
Nena
Nene
Nicolás
Noticias
Nutrio
Omingo
Oseíllo
Oseítoarradio
Otero
Pacolástima
Paíles
Paílla
Pajarilla
Pajarito
Palmares
Palmera
Palomero
Palotes
Panduro
Panilla
Pannohay
Papacocha
Parallada
Parche
Párraga
Parralo
Partiche
Patachula
Patarra
Patas
Patasnegras
Patillas
Patrona
Paulo
Pava
Pechohierro
Pedrines
Pelá
Pelosblancos
Pelusa
Penas
Peña
Peoburra
Peorreras
Perche
Pérez Ramos
Perico
Perota
Perragorda
Perraqueso
Picholo
Picona
Pilarita
Pillín
Pinchonete
Pingorota
Pintao
Piñorro
Pisablando
Pití
Plaos
Plumita
Pocaolla
Pocapringue
Pocaropa
Pocomundo
Polero
Polilla
Polonio
Porras
Práctico
Pupú
Quemao
Quinto
Quintorro
Quiosco
Rabioso
Rajaestacas
Ramitos
Ramona
Ratón
Reberte
Rebolla
Reechete
Regordeño
Remendao
Requeté
Rescoldo
Reserva
Retamero
Rey
Ricarte
Romana
Rubio
Rubiopatas
Rubiopelibrán
Rufo
Rusías
Saborete
Sacristán
Sales
Saltabolinas
Sandunga
Sanjuareño
Sardiguera
Sargento
Sebaítas
Segundo
Seisdeos
Seronero
Serranito
Sevillita
Sidro
Sietecuellos
Sieteculos
Sieteherencias
Sieterrales
Simón
Sobaco
Sogarro
Solano
Soleto
Sopas
Sopo
Sordo
Sorrotrosco
Surre
Surrilla
Tabarrito
Tachenco
Tagardino
Talegue
Tapaeras
Tarradellas
Tedoro
Tejero
Tenazo
Tereinguera
Terrizo
Terrones
Tinglaos
Tobalillo
Toblerone
Toleo
Tolín
Tonterías
Topete
Toro
Toroespantao
Trabilla
Trabuqueño
Trani
Treintameses
Trescuartas
Trespelos
Trincalla
Trotón
Umesildo
Vacalechera
Valencia
Valenciana
Valerio
Veinticuatro
Veinticuatro
Veleta
Veneno
Verchiches
Vicentilla
Vinagre
Vistahermosa
Yerito
Yeyé
Zambúo
Zapatero
Zapatones
Zocato
Anécdotas que fueron el origen de algunos apodos.
Bigota
Un hombre, como otros muchos que
venían de la costa vendiendo, llegó al pueblo a principios del siglo XX, se
enamoró de una mocita y se casó. Como tenía un bigote grande, prominente y
llamativo, los lugareños comenzaron a llamarlo ‘el del bigote’ y a su mujer ‘la
bigota’. Se murió el hombre, se murió la mujer, y su descendencia heredó lo del
bigote transformado en ‘de la bigota’.
Noticias.
Siempre es en plural, pues eso es
lo que le pedían a un bisabuelo de Eloísa que vivía en un cortijo y, cada vez
que venía al pueblo, los que se quedaban le decían que les trajera noticias de lo que había pasado. A su
vuelta, él les contaba los chismes y acontecimientos: muertes, líos amorosos,
novierías, noticias de política… que habían sucedido y cuando lo veían venir
decían: “Ahí viene el de las noticias” y así fue como se le quedó lo de noticias.
Antulio-a
Este apodo se lo pusieron a la
madre de la Encarnación, la que estaba casada con Repiso y que vivía en la
Plazoleta los Muertos. Según cuentan, esta mujer se había puesto muy mala y,
como era costumbre y obligación, el cura acudió a su casa para darle la
extremaunción o santos óleos, sacramento de la iglesia para los moribundos. En
el habla popular el nombre de este sacramento (santos óleos) quedaba reducido a
santólio.
Pues bien, el sacerdote hizo sus
rezos y plegarias al tiempo que con un algodón le aplicaba el santo óleo
(aceite) a la enferma en pies, pecho, manos y frente rogando a Dios por la
salud de su cuerpo y de su espíritu.
Se ve que en aquella ocasión
surtió efecto el remedio, pues cuentan que la mujer se recuperó completamente y
vivió durante muchos años más. Eso sí, le quedó a ella y a sus descendientes el
apodo de ‘la del santolio’, es decir, la
antulia o el antulio.
Gambas
Durante el tiempo que los
reclutas pasaban en Ronda en espera de destino y como aún tenían el dinero que
les habían dado sus familiares y todavía no iban vestidos de soldado, los
jóvenes comían fuera del cuartel, se corrían algunas juergas y disfrutaban de
una relativa libertad. Esta es la anécdota que me contó Pepe el Gamba y de la
que, según él, proviene su apodo.
Pepe, nacido el año 1910, fue
reclutado el año 31 junto con otros mozos del pueblo, entre los que estaban el
Requeté, el Terrizo y Juanico el de la Bigota. Fueron
primero a Málaga y después a Ronda donde pasaron una temporada antes de marchar
a sus localidades de destino. Pronto supieron que el barrio de las prostitutas
estaba al pasar el puente, en Ronda la Vieja. También
sabían que el Requeté llevaba cosidos a la cintura para que no se los robaran
50 duros de plata y, aunque ya había gastado algunos en Málaga, todavía le
quedaba un capital. Conocieron a unas putas, quedaron con ellas, pero antes
fueron los cuatro a la calle de la Bola para comprar algo e irse después a
comérselo con ellas. Decidieron llevarse varios kilos de gambas y, a la hora de
pagar, Juanico, Pepe y el Terrizo se hicieron los remolones y en un descuido,
Pepe agarró las gambas y salieron los tres corriendo calle la Bola arriba al
tiempo que la mujer del negocio salió gritando “¡Ahí va el de las gambas! ¡Que
se escapa el de las gambas!” El pobre Requeté, que no tuvo la idea de escapar
con los otros, no tuvo más remedio que echar mano de los duros y liquidar la
cuenta de las gambas. De ahí se le quedó a Pepe lo de ‘el gambas’.
Minuto
Desde chiquitillo, Manolo siempre
andaba entre coches y mecánicos, como luego le sucedería durante toda su vida
de camionero. Cuentan que un día fue a Archidona acompañando a alguno de los
que tenían un coche de viajeros o para hacer portes. Como el vehículo
necesitaba gasolina, el conductor le dijo a Manolo que si quería ir por un
bidón a la gasolinera que estaba a la salida del pueblo. Manolo, encantado, le
respondió: “Al minuto”. Y se le quedó.
Rabioso
Un antepasado de esta familia
pensaba que lo que cada vecino de este pueblo pagaba de contribución por las
casas y cortijos era excesivo en comparación con otros pueblos, como por
ejemplo Antequera. El término municipal de Antequera es el más extenso de la
provincia de Málaga y sus lindes con Villanueva del Rosario llegan casi a las
tapias del pueblo: una vez que se pasa el puente del río Cerezo ya estamos en
el término de Antequera. Las tierras y las viviendas alejadas de la ciudad de
Antequera estaban consideradas de menos categoría y apenas pagaban tributos, si
es que los pagaban.
El caso es que este hombre
decidió hacerse un cortijo que no estuviera lejos del pueblo y que a su vez
pagara pocos arbitrios. Lo construyó cerca de la sierra, en la ladera de un
cerro que mira hacia el nacimiento del río Cerezo y le puso de nombre El
Cortijo de la Rabia, para que el ayuntamiento del Saucedo rabiase al no poder
cobrarle los mismos impuestos que les cobraba a sus cercanos vecinos. De ahí le
vino al hombre y a sus descendientes el apodo de los Rabiosos.
Pan-no-hay
Me contó Polonio el Correo que a
mi primo Juan Curiel, el que vive en Los Pirineos, le dicen Juanito Pan no hay. Este curioso apodo proviene
de que, cuando vivían en el cortijo, él era el encargado de traer el pan y, si
no lo había, su madre, mi tía Matilde, como estaba en el campo lo llamaba a
voces para que acudiera gritándole: “¡Juanito! ¡Pan no hay!”
El Brigada
Hombre dicharachero, simpático y
siempre de buen humor, era amigo de las bromas. Haciendo el servicio militar
fue algo así como ayudante de un brigada de su Compañía. Un día se hizo con el
uniforme del suboficial y, delante de unos reclutas recién llegados al cuartel,
se hizo pasar por lo que no era disfrazándose de brigada y poniendo firmes a
los inocentes novatos. De aquella ocurrencia y broma le vino el apodo de El Brigada.
Extorsiones
El padre de los Mejías del Tardón
era de familia adinerada. Sus padres, como eran ya relativamente mayores,
habían hecho con antelación las particiones de tierras y pertenencias entre sus
hijos. Pero, sin proponérselo y a destiempo, la madre volvió a quedar
embarazada dando a luz un nuevo hijo, contratiempo que obligaba a redistribuir
la herencia que ya todos daban por segura. Como este hijo tardío trastocó los
planes que todos se habían hecho, entre unos y otros le pusieron el acertado
sobrenombre de Extorsiones que, por
supuesto, se le quedó.
Mirasiviene
Cuando estaban haciendo el
cortijo, una vez que se aproximaba la hora de almorzar, los albañiles miraban
hacia el camino para ver si veían asomar al que tenía que traer el rancho. Bien
fuera porque el que traía la comida se retrasaba, bien fuera porque el hambre
acuciaba a los desmayados albañiles, el caso es que el maestro de obras le
decía de vez en cuando a algunos de los peones: ¡Mira a ver si viene!, que
reducido a una sola palabra (Mirasiviene)
de lugar al nombre del cortijo y al de los que allí vivieron.
Nutrio
El padre de los Nutrios, los que tuvieron aquella
carpintería cerca del horno de María Jesús, casi enfrente de la casa Muriel,
además de carpintero era un hombre aficionado a la caza y de vez en cuando
salía al campo con sus amigos. De eso hace muchos años y por aquellos entonces
los ríos de nuestro entorno corrían limpios, con agua abundante en la que había
peces y cangrejos todo el año. En las orillas arboladas y en las espesuras de
los remansos vivían nutrias y otro animales salvajes, hoy totalmente
desaparecidos, que se alimentaban de lo que pescaban en los ríos. Un día vieron
una nutria cruzar las aguas del río y esconderse en las zarzas de la orilla. El
hombre del que hablamos afirmó a los que le acompañaban, y luego defendió en el
bar, que lo que habían visto no era una nutria sino un nutrio, porque era macho. Posiblemente llevara razón en lo del
sexo, el caso es que se le quedó el apodo de El Nutrio, que sus hijos heredaron junto con la carpintería.
Frasquito el Trotón
Cuenta Julián el Trabuqueño que
el verdadero nombre de pila del Trotón no era Francisco sino Octaviano, que
suena a emperador romano. Como a su madre no le gustaba ese nombre tan raro,
desde chico empezó a llamarlo Frasquito, y fue por Frasquito como lo conocía todo el pueblo.
Penas
Aunque a primera vista pueda
parecerlo, el origen de este apodo no tiene que ver con este sentimiento de
dolor; su origen está ligado a una cuestión lingüística.
En un momento determinado alguien
emplea en la conversación una palabra poco corriente o, lo que es peor, se pasa
de fino y comete lo que se llama una ultracorrección: es una forma dictar su
sentencia de apodo. Fue lo que le sucedió a
quien en vez de decir ‘para allá’ se pasó de listo y soltó aquello de Parallada.
En cuanto a Penas, parece ser que una mujer de esta familia, en vez de utilizar
los adverbios y cuantificadores usuales para indicar que algo era de poca
cantidad (Ha llovido poco. No has
comido casi) tenía la costumbre de
usar con frecuencia el adverbio apenas
(Apenas ha llovido. No has comido apenas). Como siempre hay alguien que le
saca punta a las cosas que se hacen o que se dicen, aunque estén bien dichas,
le puso el mote de Penas.