Es una lástima que el oficio, la faena y la presencia del monaguillo haya desaparecido de los actos religiosos que celebra la iglesia. El monaguillo, al menos en nuestro pueblo, es una especie extinta.
Yo, que estuve de monaguillo entre 1951 al 1956, año en que me fui al Seminario a estudiar para cura, recuerdo bien las infinitas tareas que tenía encomendadas este tan mal pagado personajillo eclesiástico. En la parroquia el que mandaba era el cura párroco, luego estaba el sacristán y por último los monaguillos, porque siempre habíamos al menos dos.
Éramos espabilados, estábamos en todos los fregados y conocíamos la complicada parafernalia de la iglesia. (La gente decía, y no sin razón: "Si quieres tener un hijo pillo, mételo a monaguillo".) Cuando hablo de la iglesia siempre me referiré a la antigua, la que tenía tres naves con un pasillo central, con las mujeres siempre a la izquierda y los hombres siempre a la derecha. Ellas con velo y ellos con el sombrero, la gorra o la boina en la mano. Mi hermano Manolo, que fue monaguillo, contaba que una mujer le llamó la atención porque entraba en la iglesia con su boina en la cabeza. "Yo entro en la iglesia con boina -le respondió- porque es que yo ya tengo confianza con los santos".
Eran aquellos los años del nacionalcatolicismo, y la iglesia y sus representantes (obispos, canónigos o curas), aparte de ser ministros de los oficios religiosos, estaban presentes en muchos actos públicos: inauguraciones, colocaciones de la primera piedra, bendición de negocios, acompañantes de ilustres visitantes... Y si había un cura, allí siempre tenía que haber un monaguillo con el recipiente de agua bendita (acetre) y el esparcidor de dicha agua bendita (hisopo).
Para no alargarme en detalles sobre los actos religiosos que se celebraban la parroquia, y que darían para una enciclopedia, enumeraré sucintamente las faenas propias del ser monaguillo:
Abrir y cerrar la puerta de la iglesia
Preparar en la sacristía los ornamentos del cura
Tener preparado el cáliz, el vino y el agua de las misas
Buscar en las casas vecinas la candela del incensario
Encender, y luego apagar, las velas del altar
Pasar la bandeja petitoria en todas las misas
Montar los catafalcos en los funerales de primera categoría
Tocar la campana para misa (toque normal o repique en las fiestas) o para difunto (doblar)
Ayudar a misa
Asistir a los entierros
Ayudar en los bautizos
Asistir a bodas
Acompañar al cura cuando iba a dar la extremaunción a los enfermos
Acompañar con el cura las procesiones el día de la Virgen, Viernes Santo, Corpus, san Isidro...
Vender por las casas las bulas que libraban a los vecinos que pagaban de la obligación de ayunar o de no comer carne en cuaresma
Acompañar al cura cuando iba por casas y cortijos pidiendo para el Seminario o para el Domund
Acompañar al cura cuando iba a decir misa en las escuelas capillas de Las Carboneras, La Tosquilla o El Cerro Limón.
Aparte de mí, que heredé el oficio de mi hermano Manolo, recuerdo otros monaguillos: José Miguel Merino, Hilario, Alberto de la Rubia, Juanito, el 'Ministro' (que murió de meningitis), Luis de la Alonsa, Luisito de don Luis, Miguel de Catorso, Juan Francisco y Antonio hijos de Benede, Pepe el del Cele... En mis tiempos, los monaguillos íbamos de paisano hasta que se les adjudicó el uniforme: sotana roja y roquete blanco con encajes en las mangas.
Yo, aunque no soy un buen contador de historias, prometo poner por escrito algunas de las experiencias que viví y sufrí ejerciendo como monaguillo con los dos curas que me tocaron: don Timoteo Polo García y don José María Astorga y Astorga. Lo que nunca tuve claro fue lo de mi sueldo, o estipendio como antes se decía. El único dinero que pillábamos los monaguillos era el que nos daban, y no siempre, los padrinos de los bautizos y los de las bodas.
En Villanueva del Rosario, la época gloriosa de la monigallería fue en los años en los que ejerció de párroco de nuestra iglesia el inolvidable don Santiago Martínez Alcalá. Tuvo hasta diez monaguillos, entre monaguillos y monaguillas. Un día le dedicaremos una entrada del MURRE a nuestro insigne y querido Santiago.
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Santiago en el altar mayor con algunos de sus monaguillos |
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Hacia 1954. Bendición de un almacén que abrió Juan Molina. El del acetre en la mano soy yo. a mi izquierda, mi hermano Pepe. Asisten Marquitos, Miguel el Carbonero, Juan Molina, Lucas Recovero, Antonio Cano, Cristóbal el sacristán... |
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Inauguración Caja de Ahorros de Antequera. Monaguillos: José Miguel y yo, con mi flequillo. |
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El mismo acto |
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Los mismos |
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La misma inauguración con las mocitas dando lustre al acto. |
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Corpus. Pepe del Cele lleva la cruz |
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Monaguillos: Alberto de la Rubia e Hilario |
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Bendición escuela-capilla del Cerro Limón. Monaguillos: Luisito Durán y Miguel de Catorso |
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Corpus. Monaguillos Hilario y Alberto. En primer plano, Cristóbal el Sacristán |
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Monaguillo: Antonio de Benede |
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Comuniones. Monaguillo Pepe del Cele |
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Delante de las procesiones van tres niños que llevan los dos ciriales y la cruz |
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En la casa del fondo, la del portón negro y con dos ventanas nací yo un día de agosto del año 1944. |
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Don Diego Ortega da la comunión en la iglesia antigua |
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José Miguel Merino moviendo el incensario |
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Primera piedra del Matadero. Monaguillos son Juanito, que se casó con la Juanita de Tedoro. El de la cruz creo que es Benito Alba |
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Inauguración de las casa baratas. |
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Consagración de la nueva iglesia. El obispo don Emilio Benavent y algunos monaguillos |
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Monaguillo: Juan Francisco de Benede |
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Antonio espera las monedas que le va a dar Joaquín, padrino de nuestra boda |
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Otro padrino buscando la cartera para dar algo a los dos monaguillos que esperan |
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Bautizo con monaguillo. Ahí estamos Mari Carmen, Manolo, Remedios, yo... |
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Procesión del Corpus hacia 1974 En medio de los monaguillos ando yo con pantalones de campana. |