jueves, 20 de septiembre de 2012

2 Vocabulario número 1

Vocabulario 1


En el habla coloquial y familiar de Villanueva del Rosario se usan palabras y expresiones peculiares que o no aparecen en el diccionario o son usadas con una forma y sentido diferentes; a veces son palabras propias del español antiguo que aquí se han conservado.
Estas voces, que han sido durante siglos un rasgo tradicional en nuestra forma de hablar, corren el riesgo de desaparecer pues muchas de ellas ya solo las emplean algunas personas mayores. En este medio de comunicación tan prodigioso como es Internet podemos hablar de algunas de estas palabras, comentar el uso que de ellas hacemos y, en lo posible, intentar salvarlas del olvido al que la modernidad parece querer condenarlas.
Como muestra de este léxico popular tan nuestro, he aquí algunos ejemplos con un breve comentario.

¿Alguien ha oído o leído fuera de nuestro entorno la expresión en tenguerengue? Si tu mujer te dice que la estantería que has montado en el salón está en tenguerengue has de saber que el mueble corre inminete riesgo de derrumbarse. Pues bien, esta construcción no la hemos inventado aquí pues aparece en el Diccionario de la Real Academia en estos términos:

tenguerengue (en): Sin estabilidad, en equilibrio inestable.

Sucede que para nosotros es un término corriente que usamos cada dos por tres, mientras que en otros sitios es prácticamente desconocido.

No sucede lo mismo con el nombre escarrosío y el verbo correspondiente escarrosiar, pues por más que los busquemos no aparecerán. En este caso, para indicar la idea de dispersión, disgregación, separación los hablantes han fundido descarriar y rociar en unos híbridos inusitados, descarrociar o descarrocío, en los que, una vez fundidos, la idea de dispersión se ve intensificada; eso sí, se han sometido a la pronunciación andaluza: pérdida de d- inicial, cambio del sonido c/z por s

¿Qué se puede decir del verbo esfalagar? Es un verbo que suele emplearse después de una comida abundante, copiosa y rica en calorías para indicar que la digestión va a se larga y fatigosa; también se usa el verbo esfalagar para referirse a cómo resolver algún asunto o trabajo dificultoso que requiere mucho esfuerzo y sudor. Proviene de desbalagar cuyo significado es el de ‘separar el grano de la paja o bálago’. La –f- es el resultado de la tendencia en el habla popular a reducir el grupo consonántico –sb- en f, como también sucede en desbaratar > esfaratar.

Si en tenguerengue repite los sonidos e, n, g para simbolizar acústicamente la idea de inestabilidad, en el nombre sorrotrosco la repetición cuatro veces de la ruidosa vocal o la presencia de las consonantes rr y t favorecen la sugerencia de ruido, estruendo, tumulto o confuso sonido de cosas que caen.

Alguien pregunta: “¿Este año vas a ir a los toros?” y el otro responde: “Pos deúro habrá que ir”. Aquí tenemos un hermoso vocablo que no es más que la contracción de la expresión castellana de juro, que significa ‘ciertamente, por fuerza, sin remedio’. Es una hermosa manera de decir que sí pero usando para ello una forma que prácticamente ha desaparecido del habla de muchísimos hispanohablantes y que aquí se mantiene como una preciosa reliquia.

(Continuará)

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