Más se perdió en Cuba es una frase
que se emplea cuando se quiere quitar dramatismo a alguna pérdida, daño o quebranto.
Este dicho nació a partir del desastre de 1898, fecha en que España perdió
Cuba, Filipinas y Puerto Rico. Cuando se supo la noticia de la derrota, el
pueblo español apenas se inmutó a pesar de que supuso la desaparición de los
últimos restos del imperio colonial español.
Fueron muchos
los saucedeños que tuvieron que ir como
soldados a defender las colonias, como también lo harían en la inminente guerra
de África, lugares lejanos en los que transcurrieron muchas historias y dramas
personales que el tiempo ha ido borrando.
En memoria de
aquellos jóvenes, aquí recuerdo algunas vivencias de paisanos o familiares que
de una u otra manera están relacionadas con Cuba.
El Mocho
En realidad se
llamaba Juan Navas Bueno y era abuelo materno de nuestro paisano Cristóbal
Ramos Ortiz, que es ‘Correo’ por parte de padre y ‘Mocho’ por parte de la
madre.
Al ‘Mocho’ no se
le había perdido nada en Cuba y cuando lo llamaron a filas, en un alarde de
miedo y a la vez de valor, no se le ocurrió otra cosa que coger un hacha y de
un certero corte se amputó el dedo índice de la mano derecha, que es el que se
utiliza para apretar el gatillo. Así fue cómo se libró de ir a esta guerra en
ultramar.
A pesar de haber
sido declarado inútil como soldado, se las ingenió para ser nombrado guarda
jurado en los cortijos del Turco y el Paraíso, manejando en este oficio una
escopeta del tipo tercerola, un
tercio más pequeña que la escopeta normal pues era la que utilizaba la
caballería.
También fue un
hábil picapedrero y, según me han contado, talló las dos pilas que hay en la
Fuente Vieja, así como las de los Pozos
de Málaga y las Pilas del Señorito.
Según dicen, en
los últimos años de su vida se le había ido la cabeza e iba a la casa de sus
hijos siempre a la hora de comer. Cuando le preguntaban si había almorzado, él
siempre respondía que no; se ve que no estaba tan loco. Cogía una cuchara y
acompañaba a los comensales en lo que hubiera de comer, la mayoría de las veces
una triste ración de acemite, un potaje a base de trigo tostado y medio molido.
El 'Mocho' con el uniforme de guarda y su mano derecha sin dedo índice. |
Imágenes de las pilas de la Fuente Vieja que, según cuentan, fueron talladas por Juan Bueno 'El Mocho'.
El círculo con agua es el hoyo que, con el paso del tiempo, hicieron los cántaros que se depositaban sobre la piedra.
Juanillo Escobeo
Juan Escobedo
fue otro vecino de Villanueva del Rosario que sí había estado luchando en la guerra
de Cuba, allá por 1898, y aunque era analfabeto se distinguió como buen soldado
y lo ascendieron. Tras la derrota de España en aquella desdichada guerra,
Escobedo fue repatriado junto con los miles de soldados que habían sobrevivido
a las diarreas, a las balas y a la derrota.
Pasados unos
años le llegó a Juan el nombramiento de
suboficial y, junto con los papeles que lo acreditaban, recibió un traje de
sargento con sus galones y su gorra. Escobeo pensaba que en el pueblo iba a tener
pocas ocasiones para lucir aquel uniforme.
Un día, él y el
padre de Paco Tedoro, que eran muy amigos y buenos aficionados a la cacería,
quedaron en ir de caza. A la mañana siguiente, bien temprano, se presenta
Tedoro en casa de Escobeo, llama y, al cabo de unos minutos, se abre la puerta
y aparece su compañero de caza en cueros vivos. (Paco me comentó que, según su
padre, Juanillo Escobedo tenía un pene así de largo.)
-Venga,
arréglate ya, que se nos va a hacer tarde para la cacería –le dijo Tedoro.
-Espérate, que
enseguida me visto.
Al poco rato
aparece el Escobeo con la escopeta al hombro y vestido con su traje de militar.
-¿Pero dónde vas
vestido de sargento? Ni que fueras a un desfile –le comentó Tedoro.
-Es que si no me
lo pongo ahora ¿cuándo crees tú que yo voy a romper este traje?
Y de esta guisa
salió de caza la pareja: uno de paisano y el otro con su flamante uniforme de sargento.
Pedro Álvarez Gutiérrez
Era mi abuelo
paterno y había nacido en 1875. Llamado a filas a los 19 años, el 25 de agosto
de 1895 embarca en Cádiz a bordo del vapor Buenos
Aires con destino a la isla de Cuba, desembarcando en la Habana el 8 de
septiembre. Al día siguiente sale para Trinidad. En el expediente que relata
sus andanzas americanas hay una nota curiosa: al llegar a Cuba se le reclaman
tres pesos por diferencia en su primera puesta de indumentaria.
En Trinidad
participa en operaciones de campaña. Trasladado a Manzanillo participa en los
combates contra los insurrectos en diversas localidades y enfrentamientos. El 11 de mayo
sigue en Manzanillo en defensa de la plaza y asiste a los bombardeos de que fue
objeto la misma por la Escuadra Americana el 30 de junio, el 18 de julio y los días
12 y 13 de agosto. Al mismo tiempo que luchaban contra la escuadra
estadounidense, los soldados españoles hacían frente a las partidas de
insurrectos cubanos.
El 10 de octubre
de 1898 embarca en el vapor Puerto Rico con dirección a Cienfuegos donde llega
el 12.
Tras la derrota
de los españoles, el 17 de enero de 1899 embarcó en un vapor y llega a Cádiz el
4 de febrero. A los tres días de su llegada, ya está en Antequera con su
familia.
Todos estos
datos los he sacado de la documentación en la que mi abuelo Pedro (¿de ahí nos
vendrá lo de pedrines?) reclama al
gobierno una pensión por las heridas recibidas en combate. La petición le fue denegada. Murió en agosto de 1945 a
los setenta años de edad.
Mi abuelo paterno Pedro Álvarez Gutiérrez |
Fotocopia de dos páginas del expediente militar de Pedro Álvarez Gutiérrez.
Es realmente apasionante y conmovedor haber podido conocer las vivencias de mi tatarabuelo a través de este blog. Muchas gracias por la gran labor. Christian.
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