Paco Matapollos era un hombre serio, soltero, un tanto socarrón, de hablar pausado, con ganas de saber y gran conocedor de refranes. Un detalle que tenemos que agradecerle a este hombre: durante años cedió al incipiente equipo de fútbol del Santa Rosa la haza que tenía a las afueras del pueblo para que en él se pudiera jugar durante los meses de verano. En invierno, o estaba sembrada o era un barrizal.
Un día, Paco me dijo un refrán que, como están ahora las cosas del tiempo, viene al pelo. Dice así: "Año de veras, que nos los vieras, y si los vieras, que en ellas estuvieras". Las veras son los terrenos cercanos a los ríos y, especialmente, los que están cerca de la falda de la sierra: estas son tierras más frescas y aguantan mejor las sequías prolongadas. El significado y el sentido están claros. Los años en los que solo prosperan los pejuares (pegujares) y olivos aledaños a la sierra son malos (que no los vieras) porque significa que ha llovido poco; y en caso de que se produzcan estas inclemencias, lo bueno es que nuestras tierras estén cerca de estas zonas privilegiadas (en ellas estuvieras).
El otro día cogí mi máquina de fotos y, con la excusa de revisar unos almendros que tengo sembrados, me fui a la vera de la sierra. Estuve fotografiando varios espacios: las ruinas del cortijo de Lara, la silueta fálica del Picacho, la Cueva de las Grajas (ahora Chilam Balam) y, sobre todo, la mancha verde de esa espléndida yedra abrazada al Tajo de la Víbora.
Mi almendro con el Tajo del Mediodía al fondo.