lunes, 17 de julio de 2023

363. ¿Por quién doblan las campanas?







Mi casa está lindando con la iglesia parroquial y, cuando suenan las campanas, soy el primero y el que mejor las oye. Suenan al ladito, porque vivo pegandito a la iglesita, diría un mejicano.

A veces, muchas últimamente, las campanas suenan a muerto: un toque con la campana grande y otro con la chica; por eso se llama doblar, porque son dos toque seguidos. En cuanto oímos este sonido que avisa de que alguien ha fallecido, lo normal es (era) asomarse a la puerta de la calle, preguntar al vecino o a la vecina quién se habrá muerto y, como recurso más efectivo, entrar en la iglesia y enterarse de la mala noticia por la persona que tocaba las campanas.

Hablo en pasado porque eso era antes. Ahora las cosas han cambiado para peor. Desde un remoto lugar (el Trabuco) un cura, previamente informado por la compañía aseguradora de que una persona ha fallecido, pulsa un botón y las campanas de nuestro pueblo, a una legua de distancia, doblan a difunto. Y no hay forma de enterarse ni del nombre ni del apodo del difunto o de la difunta, porque la iglesia está cerrada a cal y canto y no hay manera de que la noticia se difunda, y eso que la casa parroquial está habitada. No todo el mundo de nuestro pueblo está para subir al tanatorio, y ha habido ocasiones en que muchas personas se han enterado de la identidad del difunto en la plaza de la iglesia, a la hora del entierro.

Como dije, y hasta hace poco, una mujer que tenía las la llave de la iglesia era la encargada de doblar cuando alguien se moría, por lo que ella recibía de la compañía 20 euros; lo que la compañía en realidad paga por doblar son 35 euros, pero la iglesia se quedaba con quince. Ahora, tras el invento del botoncito trabuqueño, el clero se queda con los 35 y santas pascuas. Y no crean que se tiran un rato doblando: dan unos toquecitos de apenas unos minutos y sanseacabó.

Yo, que sé de la misa la mitad (la carrera de cura duraba doce años y yo estuve en el Seminario seis años y tres meses) de chico fui monaguillo, oficio que ejercí durante varios años y la gente decía: si quieres un hijo pillo, mételo a monaguillo. Un santo no era, pero mis obligaciones de monaguillo las cumplía a rajatabla y sin cobrar. Si ganaba algo, yo no me enteraba porque se lo daban a mi madre.

Cuando se moría alguien, el cura me daba la llave, yo iba a la iglesia, abría la puerta y en el portal (la cancela) colgaba una cuerda de la que se tiraba para hacer que el badajo golpeara la campana y así sonara: eran dos golpes secos y espaciados (entonces no había campana chica) y el doblar duraba como mínimo media hora. Al oír los toques, la gente venía, me preguntaba por quién doblaba la campana y yo le informaba según me había dicho el cura, que era primero don Timoteo Polo García y luego don José María Astorga Astorga.

Dejé el oficio de monaguillo y me hice seminarista. Pero los que querían ser curas, como los de ahora, cuando van a acceder al sacramento del sacerdocio tienen que hacer tres votos, tres promesas que han de cumplir durante toda su vida: voto de pobreza, voto de obediencia y voto de castidad. Lo de pobreza me resultaba fácil, porque lo era; el de obediencia lo sobrellevaba bastante bien; donde me atranqué fue en el voto de castidad. Y aquí me tienes, casado y con seis hijos.

El Seminario. Año 1956

Con doce años, con sotana y con mi amigo de Nerja.

Digo lo de los votos porque los curas que dirigen la vida espiritual de los fieles creyentes de Villanueva del Rosario (y del Trabuco, no lo olvidemos), arguyen que la iglesia es pobre (que es como debe ser) y que los feligreses van menos a misa (alguien tendrá la culpa), se bautizan menos, se casan por lo civil y hasta prescinden de los funerales, y todo ello repercute en que los ingresos hayan caído de forma alarmante.

Lo que digo de los muertos ni es queja ni es protesta: es lo que hay.

2 comentarios:

  1. juanalvarezcaro@gmail.com17 de julio de 2023, 22:08

    Hola buenas noches el fusoy Juan Francisco Álvarez Caro, como bien dice Paco el fue monaguillo yo también y mi hermano Antonio que E.P.D mi rubio como yo le decía, acostumbraban ha avisar al monaguillo, en cuanto sonaban las campanas doblar la gente deseguida preguntaban "quién se ha muerto ", cómo cambian los tiempos, un saludo y hasta otro día.

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  2. Paco tienes muchísimas razones para decir lo que cuentas, con tantos cambios al final la gente se decepciona. y te

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