Acabo de terminar la lectura de un libro que escribió una paisana nuestra que emigró a Barcelona cuando tenía 18 años. Esta mujer era (ha muerto hace poco) Josefa Ortiz Vallejo. En este libro escrito en los últimos años de su vida, con el mérito de haber aprendido a leer y escribir casi con 70 años, habla de cosas terribles acaecidas en nuestro pueblo de las que, durante muchos años, no se podía, no se quería o no se debía hablar por miedo. Habla de su tragedia y de las tragedias de otras muchas personas, vividas y sufridas en silencio durante aquellos años duros por el hambre y el dolor de la posguerra.
Aparte de recomendaros la lectura, he entresacado algunos fragmentos de esta recopilación de recuerdos y vivencias que encajan en lo que este blog viene pretendiendo desde que se inició.
Antes os muestro algunas fotos y dibujos incluidos en el libro y que yo he escaneado.
El padre de Josefita, José Ortiz Fernández fue fusilado, junto con otros diez hombres más en la madrugada del 14 de abril del año 1937 y sus cuerpos han permanecido sepultados en una cuneta a la orilla del río Guadalhorce, casi en los cimientos del puente del Trabuco. Después de casi ochenta años han sido exhumados y sus restos enterrados en el cementerio.
En la página 119 de su libro, la autora dice:
No quiero abrir heridas ni renovar el pasado con odio ni rencor. Soy consciente que fue una guerra donde los dos bandos sufrieron, pero que cada uno llore sus muertos y quienes los tengan en las cunetas, que podamos sacarlos y llevarlos donde se entierran a los muertos, en el cementerio.
¿Saben los que significa la palabra cementerio en griego: dormitorio. Que descansen en paz.
Y Josefita anima a que todo el que tenga alguien en su familia que sufrió la guerra en sus propias carnes (de uno u otro bando, añado yo) que escriba su historia. Recordar es sano. Y cura el alma.
En el libro se mezclan la historia y la vida, y a mí me gustan mucho las historias.
En el pueblo, cuando yo era niño, corría la leyenda de que en la cuesta del Peo, cuando se hacía de noche, aparecía una vieja con una gallina clueca y sus pollitos alrededor. Y cuando la gente volvía del campo y se les hacía de noche llegando al pueblo, la cuesta la subían mirando de reojo por si aparecía la llueca, la vieja y los pollos.
Josefa, en su libro, aclara el origen de esta leyenda.
Otra pobre mujer era la Tobalilla. Era una familia muy pobre. El marido era cabrero y tenían tres hijos, todos estaban un poco tocados de la cabeza, pero no se metían con nadie, eran callados, solitarios pero el pueblo los quería y los respetaban, pues daban pena. La madre se dedicaba a ir por los cortijos comprando huevos para llevarlos a las tiendas.
También (la Tobalilla) tenía un problema, que era que se quedaba dormida cuando se sentaba a descansar encima de una piedra. Y la pobre era la última que llegaba al pueblo. Cuando alguna persona la despertaba, ella les decía: 'Gracias, mujer, ya me levanto'. Dejó una historia en el camino que decía que salía una gallina llueca con sus pollitos y que eran unos fantasmas. Después descubrieron que una de las noches esta mujer llevaba en el cesto unos pollitos para su casa, y cuando se sentó en la piedra y se quedó dormida, los pollitos salieron del canasto y se perdieron por el camino.
La madre de Josefita, Josefita de la Encarnación la Guerrilla, era costurera e iba por los cortijos para confeccionar la ropa de las familias que allí vivían: Tardón, Los Peláez, Huerta Escobar, Cerro Ñoro, el molino de la Anica Huevos, La Venta de Arriba, La Ventilla, Las Cañadas, la Lomas de Muriel, la casa del Quemao, Cortijo de los Maximinos...
Hablando de los cortijos dice:
Después viene el cortijo del Turco, donde vivía más de una familia, pero una de las familias se vino a vivir al pueblo y montaron un cine y un bar, pues en el pueblo no había ningún cine. (Sí había un cine, el Cine España de Román, a quien se lo compró Juan 'Oreja').
Unos años antes hubo uno que le llamábamos el Cine de Gazpirre, pero se le pegó fuego una noche. Yo tenía unos diez años y me cogió dentro. Recuerdo la película que daban, era de Miguel Ligero y Tomás. Recuerdo que alrededor del cine estaban de obras y había una charca un poco grande y había llovido y estaba llena de agua y toda la gente que salía por aquella puerta, se caía en la charca. No pasó ninguna desgracia , pero al otro día, todo el pueblo se mondaba de risa. Yo por suerte, recuerdo que iba con mi hermano que me cogió de la mano y salimos por una puerta que daba a un molino de aceite.
Habría más cosas que destacar, pero es labor vuestra comprar el libro, leerlo, comentarlo y aprender la lección que esta mujer, Josefina, nos da.
Y me quedo con el último verso de la última página que, a buen seguro, a todos nos dirá mucho:
...y poder oler el olor de la tierra mojada.
Hola como se llama el libro y donde se puede comprar, alguien lo sabe?
ResponderEliminarLos vende la hija que vive en Barcelona, pero se le pueden encargar a Anita la de Félix
EliminarLo fusilaron junto con mi abuelo lucas
ResponderEliminarEnhorabuena Avesta señora por todo su mérito desde como dices aprender a leer y escribir siendo ya mayor pero que suerte tener ese espíritu y con ello poder transmitir de su puño y corazón ❤️ su vida .
ResponderEliminarG
Hola yo compre el libro y es una historia de esta mujer impresionante lo recomiendo
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