viernes, 30 de agosto de 2013

63.- Aviso a navegantes

Aviso y saludo a los navegantes internáuticos que, hartos de navegar por las profundas y a veces agitadas aguas que aparecen en la pantalla de su ordenador, deciden recalar en la cálida orilla que les ofrece nuestro MURRE. Este blog, que apenas tiene un año, ha recibido hasta el día de hoy más de 700.000 visitas de gente de medio mundo, tiene un puñado de seguidores y le han hecho un buen número de comentarios.
La base de esta SAUCIPEDIA la forman la fotografías que entre todos hemos conseguido rescatar, acompañadas por los voluntariosos comentarios del que suscribe. Si bien algunas de estas fotos son mías, la mayor parte procede de los fotógrafos Antonio Rama y Pepe Repiso, y de los archivos familiares que vecinos y vecinas me han ofrecido generosamente.
¿Y dónde se han guardado durante décadas estos recuerdos gráficos de toda la familia? En una caja de lata como estas. Las más bonitas eran las de la carne membrillo de Puente Genil.



La de la derecha, la más pequeña, que había contenido azafrán, pimentón u otras especias la usaban las mujeres como costurero o como pequeño joyero de los tesoros familiares.
Era aquella una época en la que no se conocían los plásticos, y los recipientes de vidrio, de lata o de cartón tenían un valor que ahora ni siquiera podemos imaginar.

A lo que íbamos: como hay gente que vive lejos o que no se atreve a prestar sus fotos por miedo a que se las extravíe, desde aquí les ofrezco mi correo electrónico al que me pueden enviar aquellas fotografías que consideren interesantes y que les gustaría compartir con sus paisanos.

Como saben soy Francisco Jesús Álvarez Curiel y mi correo es fjacuriel@hotmail.es

He aquí un breve repertorio de fotos que me han dado para que sean reproducidas en el MURRE.
Las hay de Fátima Repiso, Genoveva Jiménez, Encarna Pascual, Lola Paneque, Rafael Castillo, Miguel González, Clara Vallejo, Carlos Vegas...

Rafalito Julián, el alcalde, junto al gobernador civil, el cura y el comandante de puesto, rodeados de gente un día de inauguraciones.
La cara que aparece en primer plano no es un montaje; estaba ahí, sin cuerpo.

Veleta entre cabras y sobrinos.

Agricultura y fútbol en Villanueva del Rosario, separados por una valla artesanal.
Cuando la pelota se iba a lo sembrado el grito era: ¡Balones a las habas!

Por aquellos entonces aquel viejo reloj era puntual, pero durante muchos años la maquinaria estuvo averiada. Ahora funciona: a ver lo que dura.

Los puestos del mercado de abastos hacia 1960.

Mujer lavando en el río Cerezo junto a un puente de vigas.

Se ve que la fuente (una de tantas) que hubo en el Bacalao tenía agua.

Ahí estoy yo, encaramado en el tronco de una encina muerta.


Mi primo Juanito, el zahorí que descubre las aguas subterráneas.

Cristóbal Moreno, Heliodoro, Pepe Caro y Paco Tedoro paseando por los adoquines.

La trilladora en plena faena en las eras de abajo..

Fragmento de una foto festiva, un día de la Virgen, en la que aparecen unos toreros bajitos y disfrazados.

El de la pistola es Carlos Vegas.

Ramillete de mocitas en un banco del jardín.
Luisa, Pepita, Carmen, Mari, Fátima...

Vestidas de sevillanas actuando en el Cine España.

Reunión familiar en el bautizo de un descendiente de Cristóbal el Sacristán.

Lola le impone la cinta a un corredor de bici.

Futbolistas de copas en la Fonda.
Juan Colón, Martín, José Miguel

Encarna y su abuela a la puerta de su casa

Prueba evidente de que no hay foto triste.



sábado, 24 de agosto de 2013

62.- Comuniones con chocolate

Lejos del lujo y del derroche de las actuales primeras comuniones, las de antes se hacían con bien poco porque no había mucho que gastar.
El proceso era más o menos el siguiente:
-Llegados a los siete u ocho años, los maestros les enseñaban a los niños los fundamentos de la doctrina cristiana haciéndoles aprender de memoria el catecismo del padre Ripalda: el padrenuestro, el credo, los diez mandamientos, el yo pecador y poco más.
-Las familias o las costureras del pueblo les confeccionaban a sus hijas un vestido más o menos largo y blanco, y a los niños un trajecito que les sirviera también para después del acontecimiento. El rosario y el librito blanco generalmente se pedían prestados.
-Unos días antes había que confesar al cura todos los 'terribles' pecados que a esa edad hubieran podido cometer.
-Desde las doce de la noche del día anterior al de la primera comunión no se podía beber ni agua. Hubo familias que tuvieron que aplazarla porque en un descuido de la madre. el niño se habían comido un trozo de churro.
-Una vez terminada la ceremonia, los maestros llevaban en fila a los niños y niñas hasta el grupo escolar en cuya galería de arriba eran obsequiados con un vaso de chocolate y unas galletas.
-Después del 'convite' los niños y niñas se desperdigaban por el pueblo visitando a familiares y conocidos para ofrecerles una estampita como recordatorio. Así conseguían unas pesetas que por aquellos entonces constituían un verdadero tesoro. Por supuesto que quien se encargaba de administrar lo recaudado era la madre de cada uno.
-Los que disponían de recursos económicos, se hacían una foto de primera comunión en un estudio fotográfico de Antequera o de Málaga.

Esta foto está hecha en el interior de la antigua iglesia.
El cura que da la comunión es don Diego Ortega Barea.


Desde 1960 a 1965, mientras se hacía la nueva iglesia, las misas, bodas y comuniones
 se celebraron en la galería de arriba del grupo escolar.





Don José María Astorga da la comunión en la iglesia nueva.


Doña Amelia, Anita. Menchora, Celestina y otras mujeres atienden a los niños mientras se toman el chocolate.














Mayo de 1954. Los niños y niñas de primera comunión esperamos el chocolate en la galería del colegio.
El cura preside el acto, y los maestros y maestras mantienen el orden.




Eloísa Díaz

Magdalena Corpas

Miguel 'Vistahermosa'

Anita de Perche

Yo

Lola de Higinio



sábado, 17 de agosto de 2013

61.- La última morera

Como un signo de interrogación con penacho de hojas, la última morera nos espera a la salida del pueblo desde hace casi un siglo, sobre un tronco roto que ha resistido con obstinación el paso del tiempo, el vandalismo y el abandono. Alguien encendió una candela en su tronco obstinado en vivir.
Ningún niño se sube ya para coger las moras prohibidas ni con sus hojas se alimentan aquellos gusanos de seda que criábamos en cajas de zapatos. Las parejas de novios tenían a la última morera como hito en sus paseos; ir más allá acarrearía la reprimenda de los padres y la maledicencia de las comidillas.




La galería de verdor que forma este moral y de los otros que hay a la entrada de nuestro pueblo se ha salvado milagrosamente a pesar de la ley que condenó a los árboles que se habían plantado al borde de las carreteras porque, si un vehículo se sale dela calzada, puede estrellarse contra estos árboles produciendo así graves accidentes.


Fotografía tomada a mediados de los años veinte del siglo pasado cuando aún no se había construido el puente sobre el arroyo de La Canaleja.


La instantánea siguiente recoge el momento en el que se iniciaron las obras del puente del arroyo.



El 23 de agosto de 1931 concluyeron las obras. Sobre el puente, un camión cargado con los obreros comprueba la resistencia de la construcción. En primer plano, las moreras recién plantadas fueron testigos de aquel acontecimiento que abrió nuevos caminos a Villanueva del Rosario.