lunes, 18 de agosto de 2014

29 bis.- Cumpleaños

Antonio, con sus ojos claros y la perpetua sonrisa.

(Publicado en SUR el 4-2-2013)

Una de las múltiples ventajas que acarrea la jubilación es que se tiene tiempo para todo, hasta para darse cuenta de cómo pasan los días, y la verdad es que van que se las pelan. Parece que fue ayer cuando mandé mi última colaboración a este periódico y, ahora que hago las cuentas, resulta que ha transcurrido una década, en términos coloquiales dos lustros, o sea, diez años. Yo era ya un colaborador de los que la gente llama asiduo, cuando nuestro periódico malagueño cumplió sus primeros cincuenta años. Como la memoria tiene a esta edad sus flaquezas, compruebo los datos en el jarrito de cerámica que me regalaron en el acto conmemorativo y efectivamente pone las dos fechas claves: Diario SUR 50 aniversario 1937-1987 Málaga.
Parece ser que estamos en la época propicia para cumplir 75 años: el rey, un primo mío que vive en Sabadell y, cómo no, el diario SUR. Felicidades a todos. ¿Y de dónde viene esa manía o tendencia a celebrar de forma especial cifras redondas, casi todas múltiplo de cinco? Que si los diez, los veinticinco, los cincuenta, los setenta y cinco o los cien… A los matrimonios, como a los que vencen en una carrera o lanzando jabalinas, se les dan también medallas de plata, oro o platino recordando los veinticinco, cincuenta o setenta y cinco del casorio. ¿Y por qué no a los 17 o las 23 o a los 57? Alguno, experto en matemáticas y dándoselas de listo, dirá que estas cifras no tienen premio porque son números primos. Por cierto, que aunque parezca todo lo contrario, el año que acabamos de empezar, el 2013, aunque es feo y de mal augurio (¿pero pueden ir peor las cosas?) no es primo; algo tenía que tener de bueno.
El caso es, que como decía al principio, lo de ser jubilado, y más en estos tiempos de incertidumbre cierta, es un chollo, pues tienes la seguridad de que no te pueden echar del trabajo. Otro de los gajes es el de poder hablar con la gente largo y tendido sin tener que mirar el reloj. Entre los tertulianos que nos juntamos en la plaza de la iglesia de mi pueblo para tomar el sol o mientras hacemos tiempo esperando al encargado del hogar del jubilado, hay un hombre delgado, tímido, huidizo y a la vez afable. Nos comunicamos casi por señas porque es sordo como una tapia. No atina a decir los años que tiene pero, como no olvida que su quinta es la del 37, he conseguido averiguar que dentro de unos días cumplirá 97 años. Está soltero, vive solo, no toma medicinas, nunca ha estado en un hospital y ni siquiera sabe quién es su médico de cabecera; quizás esa sea la razón de su salud imperturbable.
Se llama Antonio pero todo el mundo lo conoce como ‘Armillita’, el nombre de aquel célebre torero mejicano que triunfó en España a principios del siglo pasado. Porque Antonio, en sus años jóvenes quiso ser torero y como no había dehesas ni astados por estos contornos, se iba a la sierra con otros dos aficionados, el ‘Sidro’ y ‘Chambaridades’, y con un capote improvisado toreaban las piedras que por turnos hacían rodar por la escarpadas pendientes.
Desde aquí les deseo feliz cumpleaños al rey, a mi primo de Sabadell, al diario SUR y a mi vecino ‘Armillita’, a quien el Servicio Andaluz de Salud desde su lejanía le dice de corazón: Gracias, Antonio, muchas gracias por ignorarme.

F. J. Álvarez Curiel

1 comentario:

  1. Hola a todos hace días que no me pongo a escribir ,no sera por tiempo,como dice Paquito la empresa que pertenecemos no nos despidiera ,yo estoy pre-jubilado aunque siempre faltan horas al cabo del día.Este pueblo debe estar orgulloso de tener un ciudadano que aya hecho y este haciendo tanto por el pueblo,espero que algún día sea reconocida su gran labor.Felicidades para Antonio,hasta otro día un saludo de este sauceeño. .

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