En esta entrega del MURRE de hoy solo muestro dos fotos con sendos comentarios; las fotografías fueron tomadas, una en Barcelona y otra en el Rosario, las dos delante de un cartel en que se prohíbe.
Miren la primera foto.
Vemos un agitado grupo de jóvenes saucedeños recién llegados a Cataluña. Por la vestimenta se deduce que es un día de descanso, pues se han puesto sus mejores galas; han ido a retratarse delante de un cartel en el que se avisa tajantemente y en castellano que en ese lugar está absolutamente reservado el derecho de admisión. El que más abajo se diga que lo que no pueden entrar o estacionar sean vehículos, a estos paisanos nuestros les trae sin cuidado. Con un gesto claro de desobediencia, señalan hacia aquellas letras tan grandes y hacen burla de cartel y de lo que dice, riéndose a más no poder.
Hay que hacer un estudio sobre lo que supuso la salida en los años sesenta del pasado siglo, de casi la tercera parte de los habitantes de nuestro pueblo. Aquí estaban las cosas muy mal. pero allí tampoco sus vidas fueron fáciles y cada familia vivió su propio drama.
Me gustaría que me ayudasen a identificar a los siete de la foto; del último, que está a la derecha solo se le ve un brazo y una pierna. Por la izquierda reconozco a Juan (Feodoble) y a José Antonio (Terrizo). El quinto, con melena y pantalones acampanados, me parece que es El Mandi, pero no estoy seguro. Quien sepa la identidad de los otros puede escribirme a mi correo: fjacuriel@hotmail.es
Hay que hacer un estudio sobre lo que supuso la salida en los años sesenta del pasado siglo, de casi la tercera parte de los habitantes de nuestro pueblo. Aquí estaban las cosas muy mal. pero allí tampoco sus vidas fueron fáciles y cada familia vivió su propio drama.
Me gustaría que me ayudasen a identificar a los siete de la foto; del último, que está a la derecha solo se le ve un brazo y una pierna. Por la izquierda reconozco a Juan (Feodoble) y a José Antonio (Terrizo). El quinto, con melena y pantalones acampanados, me parece que es El Mandi, pero no estoy seguro. Quien sepa la identidad de los otros puede escribirme a mi correo: fjacuriel@hotmail.es
Miren ahora la segunda fotografía.
Esta foto se tomaría hacia 1968 un sábado a la hora del paseo por los adoquines y de las copas en alguno de los numerosos bares del Sauceo: La Fonda, El Correo, Barquillero, Rafalito, Alpargatas...
En ella aparezco yo, Eloísa, mi madre, mis hermanos Pepe y Mari Carmen, mi cuñada Juanita con Belén en brazos. En los cochecitos están María Jesús y Juan Francisco. Nos hemos parado frente a La Fonda, lo que ahora es La Alacena. Pues bien, para vuestra información, todos (nosotros, los que están de espaldas, el padre de Antonio Aguilera, al que apenas se ve a la derecha) todos estábamos infringiendo una normativa municipal y por lo tanto expuestos a que nos pusieran una multa. Para saber la solución sigan leyendo.
En el centro de la fotografía, en la parte de arriba, justo encima de la cabeza de mi hermano Pepe, se ve parte de un cartel con letras negras sobre fondo blanco. Reconstruyo lo que dice porque estuvo allí durante varios años:
Prohibido
el estacionamiento
de personas
y toda clase
de vehículos
Que se prohíba estacionar coches, vale; pero que también se prohibiera a las personas 'estacionarse' en aquel lugar resulta chocante. Pero la cosa tenía su historia.
Durante muchos años, en el pueblo los obreros del campo salían cada atardecer para ver si alguno de los aperadores de las principales fincas (Los Bosques, El Tardón, Las Lomas de Muriel...) los llamaban para trabajar al día siguiente; a esa espera (a veces desesperada) la llamaban 'hacer la plaza'. En efecto, los obreros empezaron a reunirse primero en la plaza de abajo, luego en la de la iglesia, también en los Cuatro Cantillos y, finalmente, en la puerta del bar de la Fonda. Cientos de personas paradas durante horas en aquel cruce de calles entorpecían el paso de la gente, sobre todo de las mujeres, a las que les daba reparo cruzar entre tanto hombre. A causa de la prohibición que indicaba el cartel, aquellas 'manifestaciones' de hombres buscando trabajo se vieron obligadas a hacerse de nuevo en la plaza de la iglesia.
Los que vivieron aquellos duros años recordarán cómo muchas noches los hombres volvían a casa sabiendo que al día siguiente no iban a trabajar y, por lo tanto, no cobrarían la peonada que tanta falta les hacía. Otros, con más suerte, iban a sus casas y les decían a su mujer que mañana tenía trabajo; entonces, aquella mujer cogía la cesta y se iba a comprar a la tienda, que por entonces cerraban sobre las once de la noche, y compraba lo necesario para prepararle la talega (la comida) a su marido.
Estas durísimas penurias económicas fueron las que empujaron a tanta gente a abandonar nuestro pueblo y emigrar a Cataluña, a Francia, a Alemania o a Australia.
Muchas gracias Paquito, por todos esos recuerdos que nos ayudan a revivir el pasado, para que nunca olvidemos nuestra historia. Un abrazo fuerte para todos mis paisanos.
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