domingo, 13 de abril de 2014

102.- Futbolistas, público y trofeos

Con esta segunda entrega sobre temas balompédicos he acabado mis reservas de fotografías futbolísticas. Ahora que este deporte se ha hecho mayor en Villanueva del Rosario y tiene un campo de fútbol en condiciones, todos deseamos que aumente el número de aficionados a la práctica de ejercicios físicos, garantía de salud corporal y mental. Pasaron ya los tiempos heroicos de penurias, de los que hablo en una de las primeras entregas (Balones a las habas) así como en la que le dedicamos a Luis Lara.


Hace frío en los Llanos. Espectadores de un partido de fútbol: Eloísa, yo, Juan de la Fabriquilla, su mujer...
La línea blanca marcada con yeso delimita el campo de fútbol y el espacio de los aficionados y aficionadas.

lleno en el campo de fútbol, una haza de tierra y ya está.
Las sillas las llevaba cada uno de las espectadoras.

Para localizar el campo de fútbol: el edificio de atrás es el granero.

El arado roza la línea de demarcación del campo.




Lío en el área. El árbitro de jersey oscuro soy yo.

Suelo escabroso, portería con cuerda como larguero, jugadores que se confunden con el público...

Tres de blanco, un portero en medio y Juan 'Fino' con camiseta oscura que es quien remata.
La pelota en el aire y al fondo, el público y la sierra.

Partido jugado en Antequera. El portero es Mandy.

En el patio del Matadero. Los once son de izquierda a derecha. De pie: Mandy, Muños, Jerónimo, Sergio 'herrador', Luisito, Juan Catorzo.
Agachados: Perote, ..., José Miguel, Fino, Martín Chicón.


Somo 26 en la foto. Yo soy el del centro con gafas. Soy el árbitro.
Busquen a Vicente, Fino, Cachorro, Muñoz, Baltasar, Curilla, Luisito, Pepe el Cele, Mandy...


El suelo es un campo de trigo recién segado: Los pinchos que suben del suelo son los rastrojos. Puro césped. Estamos en Llanos.
De arriba a abajo y de izquierda a derecha.
Cristóbal Palma, Miguel de doña Enriqueta, un Correo, Jerónimo, Luis y Sergio del Herrador, Paíles y Pepe Luis de la Beli.
Juan Colón, Faustino, ... José Antonio Maeras, Baltasar, Bernabé, Miguel Casuña y dos primos suyos.



Juanito Maquinista, Faustino, Armando, Pedro, Luis Lara, Pepe Herrero
José Antonio Cebollas, Maeras, Pepe Luis, un Correo, Miguelín y el hijo de Lucinio.


Juan 'Fino'








Juan y Martín Chicón
















domingo, 6 de abril de 2014

101.- Del Santa Rosa al C.D. Rosario

(Esta entrada la publiqué el 6 de abril del año 2014. Aquí la repongo para los que en su momento no tuvieron ocasión de verla.)

Como homenaje a la Unión Deportiva Rosario por su ascenso desde la Primera Regional a la Primera Preferente, aquí os traigo todas las fotos que he conseguido de equipos de fútbol saucedeños. Las hay desde los años cincuenta hasta bien entrados los setenta. Pongo algunos nombres pero la lista es larga y seguro que me equivoco.

Para saber más sobre el deporte en Villanueva del Rosario os remito al blog sauceofutbol.


Siempre de arriba abajo y de izquierda a derecha.
Mandi, Baltasar, Vicente el curilla, Bernabé, Martín, Lucas.
Cachorro, Colón, Antoñito, Baltasar y el último puede ser otro Lucas

Es la misma foto algo mejorada.


















Antonio Aguilera, Muñoz, Miguelín, Luis, Jorge, Paco Herrero, Luis Lara.
Pepe Luis, Baltasar, Martín Chicón, José Miguel, Bernabé, Fino, Juanito Maquinista, Armando.





Luis Lara, Mandi, Pepe Muñoz, Pepe del Cele, Muñoz, José Miguel, Cachorro, Pepe Luis.
Baltasar, Colón, Bernabé, Luisito, Lucas



jueves, 3 de abril de 2014

100.- Anecdotario 1

En esta entrada (la número 100) no busque fotos de gente porque no las hay, pero por favor, no salga de la página y lea un poco: de verdad que leer no hace daño.

En la vida cotidiana de Villanueva del Rosario, como en la de cualquier pueblo, no son raros los momentos en los que se producen ‘chapuces’ y peripecias curiosas que, contadas de boca en boca, forman parte de la pequeña historia que conforma la vida en comunidad. Normalmente son situaciones cómicas, resueltas con gracia y que en ocasiones dan lugar a un dicho o refrán cuyo origen, si no se cuenta, es desconocido por las nuevas generaciones.
He aquí tres anécdotas protagonizadas por saucedeños de ahora y de antes.

Veinte o treinta litros
Ese gitanillo simpático y dicharachero que se pasa las mañanas y las tardes en la venta Las Delicias copa va y copa viene, al atardecer de un día lluvioso volvía en su coche hacia el pueblo y, al intentar tomar la curva que hay antes del puente del Arroyo para meterse en la avenida Bastián (la M30), se encuentra con el coche de la guardia civil.
Uno de los guardias le da el alto y, conociéndolo como lo conocen y sin necesidad de gastar un aparato de esos de soplar, le pregunta:
-¿Ha bebido mucho?
-En las Delicias dicen que unos veinte o treinta litros.
Como venía como venía, y en el aturullamiento de responder a la curiosa pregunta del guardia civil, el gitano había confundido el beber con el llover.
Los guardias, disimulando la risa como podían, le dicen indicándole el camino:
-Anda, tira para tu casa y gasta cuidado.





Más calmoso que Canelas
(Recogido en el libro de José Nateras y Diego Navas, publicado en 1954)

“Se cuenta que existía en la localidad un hombre apodado Canelas, dotado de una parsimonia y flema que envidiaría el proverbio árabe. Entre sus muchas muestras de hombre tranquilo se señala que, asediado constantemente por su esposa para que le enseñase Málaga, una buena mañana aparejó su jumento decidido a que su mujer hiciera el ansiado viaje a la capital de la provincia, pero tras muchas horas de camino, al llegar a la Fuente de la Reina, desde donde se divisa a lo lejos la ciudad, le dijo tranquilamente a la costilla:
-¿Qué, María, ves Málaga? ¿La has visto ya?
-Sí, sí, ya la veo –respondió ella con alegría.
-Pues si ya la has visto, vámonos para el Sauceo.
Y sin más, arreó tranquilamente la bestia, dio la vuelta y, sin atender las razones y protestas de su compañera, emprendió en regreso al pueblo.”

“En otra ocasión, teniendo el referido ‘Canelas’ una plantación de zanahorias cerca del río Guadalhorce, en un lugar conocido como la Venta de José María, observó un hurto de dicho tubérculo por parte de una mujer que, no lejos del lugar, púsose a lavarlos. Se encaminó nuestro hombre al lugar junto al río donde la mujer lavaba las zanahorias  y entabló tranquila conversación con la discípula de Caco y, sin referirle que tenía conocimiento del hurto, esperó y observó pacientemente la faena del lavado. Luego que hubo terminado la mujer y cuando iba a despedirse de ‘Canelas’, éste la retuvo diciéndole: ¿Qué? ¿Ya terminaste tú? Pues ahora has de espera a que te lave yo. Y en un periquete zambulló a la pobre mujer en las aguas del río, aunque luego le cedió sus zanahorias.”

Hace unos años llegó a mi casa una mujer que se presentó como desciende del ‘Canelas’ de esta historia, buscando información sobre su antepasado. Le conté lo que sabía y ella prometió enviarme desde Valladolid, donde vivía, cuantos datos tuviera.
Al cabo de un tiempo me escribe una carta en la que adjunta algunas fotografías. Resulta que su abuelo materno, José Mª Fernández Muñoz, que era nieto de José María Fernández Loza el ‘Canelas’, había nacido en Villanueva del Rosario pero que había emigrado a Ceuta con toda su familia. Allí les contaba a sus hijos y nietos las andanzas y ocurrencias de su abuelo Fernández Loza, el ‘Canelas’, de cuando andaba por las calles de nuestro pueblo a mediados del siglo XIX haciendo gala de su buen humor y de su tranquilidad proverbial. En la carta se incluían varias anécdotas de su tatarabuelo de las que entresaco la que sigue.

“Cayó María Galeote Olivares (la mujer de ‘Canelas’) en una especie de tinaja que tenían en el suelo donde conservaban alimentos; la pobre mujer no se dio cuenta de que estaba abierta y resbaló colándose por el agujero. Empezó a gritar el nombre de su marido para que acudiera en su ayuda pero, además de José María Fernández, acudió una vecina que había oído los gritos. Cuando la mujer estuvo a salvo la vecina le preguntó insistentemente: Pero María, ¿cómo te has caído a la tinaja?, así que mi tatarabuelo agarró a la vecina por los brazos y la tiró dentro de la tina diciéndole: ¿Ves? Así se ha caído mi mujer.”

Al final de la carta, María F. Jiménez Fernández prometía volver al pueblo de sus antepasados pues, dice, “nuestras raíces más profundas están en esa tierra de la provincia de Málaga”.


José María Fernández Loza, 'Canelas' en una fotografía del XIX con el traje típico de la época


Francisco Fernández Galeote, nieto del 'Canelas', en Ceuta rodeado de sus  nietos

Cencerrazo de ida y vuelta
Hasta no hace mucho tiempo las bodas de los viudos solían celebrarse casi a escondidas, de madrugada, a una hora intempestiva para así huir de la maliciosa curiosidad del vecindario; pero como por entonces no se llevaba tanto lo del viaje de novios, la luna de miel había que pasarla en la propia casa. Llegada la noche, grupos de mozos armados de cencerros y de todo tipo de cacharros ruidosos, rondaban la vivienda de los recién casados para darles, durante tres jornadas, el tradicional cencerrazo. La pareja no tenía más remedio que aguantar el chaparrón de latas hasta que la gente se hartaba.

Una vez, de esto hace ya bastantes años, se casó en el pueblo un viudo que, por su posición económica y por cierta influencia que ejercía sobre las autoridades locales, consiguió que la Guardia Civil vigilara los alrededores de su casa para que así nadie se atreviere a darle su correspondiente cencerrada.

Cuando todo indicaba que aquel viudo privilegiado se iba a escapar de la ‘serenata’, he aquí que de pronto, a media noche, en medio de la oscuridad y del silencio del pueblo, comenzó a oírse un estruendo de cencerros que avanzaba lentamente calle abajo hacia la casa del viudo, donde se encontraban apostadas las fuerzas del orden que vigilaban la tranquilidad del domicilio conyugal. Casi a tientas, porque la noche era oscura y no había luces en la calle, la pareja de la Guardia Civil se dirige hacia el lugar de donde vienen aquellos acompasados cencerrazos y, de pronto, al revolver la esquina, ven aparecer una fantasmal manada de vacas, cada una con varios cencerros colgados, metiendo un ruido infernal que retumbaba en el silencio de la noche. Detrás, arreando el ganado, venía Paco ‘El Laña’ con su flema y sorna características. Cuando los guardias le preguntaron que qué era aquello, Paco ‘El Laña’ les contesta con la mayor tranquilidad del mundo:
-¿Es que ya ni siquiera se puede sacar las vacas a beber?
Los agentes no tuvieron más remedio que apartarse y dejar paso libre a las vacas y a Paco, que se iba riendo entre dientes, camino de la Fuente Vieja en un insólito y original cencerrazo de ida y vuelta.

martes, 1 de abril de 2014

99.- Pretendientes y novios

En los años en los que se hicieron estas fotos de parejas, las normas del galanteo eran claras y tajantes: para ser novio antes había que ser pretendiente; eso sí, ni todos los pretendientes llegaban a novios ni todos los noviazgos terminaban en boda. En aquellos tiempos lo peor que le podía pasar a una mocita era no tener pretendiente o que sus padres se opusieran a que mantuviera relaciones con los que se acercaban. De aquellos prejuicios, las más de las veces económicos, salieron muchas solterías porque 'los de a pie no llegaban y los de a caballo se pasaban'.

Dejo a vuestro criterio los comentarios sobre las miradas lánguidas, las poses románticas, el esplendor floral del fondo de la escena... de las parejas aquí retratadas. Sí me gustaría que se fijasen en el cuidado que poníamos entonces, unos y otras, en la vestimenta y en el peinado, frente al desaliño del que hacen gala los jóvenes de estos tiempos.

Como veréis algunas fotos se repiten pero es que son las que tengo a mano. Espero las vuestras, esas que tenéis guardadas en el álbum familiar o en la lata de carne de membrillo de Puente Genil.

Paco (yo) y Eloísa.
Este poste de telefónica marcaba el límite de nuestros paseos.

Antoñito y Loli

Bernabé y Pepi


Otra vez Paco y Eloísa

Mari Arjona y Juan Díaz

Juanito y Mari

No caigo en los nombres de esta pareja que charla en plena naturaleza agreste con fondo de cabras.
Me escriben y me aclaran: son Héctor Gazpirre y Loli Cebollas

Adelina y Manuel, los padres de Adelina

Lola, Adelina y Adolfo montados en la ola.

Loli de don Luis y Antoñito la Bigota. Loli electricista y Manolo Perche.

En la puerta del matadero: Mari Tedora, Juanito Maquinista, Lola de Cebollas, Loli del maestro, Antoñito la Bigota

Dolores y Paco



Paco Herrero, Angelia Pingorota y Paquilla

Cristina, Hipólito, Juan Pérez y Mari Carmen

María Rabiosa y Juan Currito

Loli y mi hermano Pedro

Rosarito Damiana y Juan José