martes, 14 de octubre de 2025

531. En esta cama nací yo

 En esta cama nací yo el día 6 de agosto del año 1944. Mis padres vivían entonces en el número 1 de la calle Queipo de Llano, antes calle Alfonso XIII, antes calle del Horno, ahora calle Primero de mayo, aunque todos la conocemos como calle Tedoro. Es la misma cama que mis padres compraron y que llevaron hasta el cortijo de las Buitreras donde pasaron la noche de bodas y donde vivieron un tiempo. En esta cama nacimos los ocho hijos que tuvieron; dos de ellos, Juan y María, murieron con apenas dos años.


Estas 'lujosas' camas eran de hierro fundido y algunas, como esta que hemos heredado de mis padres, tenían remates y adornos de cobre. Hasta el año 1923 en el que empezaron a fabricarse en Murcia, las camas de hierro fueron un producto inglés y las partes brillantes se hacían con el cobre que estos mismos ingleses extraían de nuestras minas de Riotinto.

Hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX, en las camas de matrimonio se concebían los hijos, en ellas se daba a luz y en ellas se moría. Los hospitales eran entonces un privilegio para unos pocos que sí se lo podían permitir.

Cuando en el pueblo una mujer se ponía de parto, el marido o algún familiar avisaba al médico, si lo había y si la familia lo podía pagar. Lo más barato y normal era llamar a la partera, una mujer experta y con experiencia en estos trances. Como las condiciones higiénicas eran escasas, muchas recién paridas morían por infecciones (las fiebres puerperales) o por complicaciones en el momento del parto.

Hablando de partos me voy a permitir romper una lanza por mi hermana Remedios Álvarez Curiel. Era una niña lista y estudió sin dinero, sin libros pero con mucho ahínco. En una época en la que para las mujeres era muy difícil estudiar, se sacó dos titulaciones: Enfermería y Matrona.

Trabajó durante los años cincuenta y en unas condiciones muy duras en el Hospital san Juan de Dios de Antequera. El sueldo íntegro que cobraba de enfermera y matrona, bajo las órdenes estrictas de unas monjas carceleras, se lo enviaba íntegro cada mes a mi madre. Ella era la hermana mayor.

Su trabajo en este hospital fue abnegado. En cierta ocasión, una mujer hospitalizada fue desechada por los médicos declarándola muerta. Mi hermana insistió en que aquella enferma aún tenía vida y, en contra de la opinión clínica de los doctores, se quedó junto a ella, le puso inyecciones, la reanimó y consiguió que sobreviviera. Esta mujer 'resucitada' moriría en su casa muchos años después.

También trabajó en Carlos Haya, donde se jubiló. Antes, en los años sesenta, cuando estaba aquí de médico don Vicente Baz y ya estaba casada, Remedios ejerció de matrona en el pueblo. Las condiciones sanitarias seguían siendo precarias. A veces le avisaban de que una mujer se había puesto de parto en un cortijo en medio del Brosque.  Allí iba ella de noche, lloviendo, montada en un mulo y a la luz de un candil atendía el parto y le amarraba la tripa al recién nacido con una cinta estéril que ella llevaba. Mientras la mujer daba a luz, los otros niños pequeños dormían en la misma cama en la que su madre paría, porque en la casa no había otro colchón. Muchos de esos partos nunca los cobró porque las familias no tenían con qué pagarle.

Por eso digo que rotulamos las calles con nombres de fuentes que ya llevan años secas, bautizamos avenidas con nombres de árboles y parajes que resuenan bien o con nombres de gente famosa que por aquí pasó y nos olvidamos de recordar a personas que hicieron mucho por los demás. En el Rosario hemos sido reacios a que un paisano nuestro haya sido o sea profeta en su tierra.

Tres fotos de Remedios.








3 comentarios:

  1. Me alegra muchísimo está publicación porque a mí me trajo al mundo tú hermana Remedios,y sí que debería el pueblo dedicarle una calle.
    Mi madre siempre que hablaba de ella lo hacía con gran cariño.
    Un saludo Paco

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  2. Las calles del pueblo deberían ser para gente interesante del pueblo

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  3. Buenas noches Paco cuando yo tube a mi hija Cristina hace ya unos 32 años no se me olvidará tu hermana Remedios cuando fueron a darme el alta lo que me llevó de cosas pañales, cremas,gasas más cositas ...jamás la olvidare se merece un reconocimiento como persona admirable y de buen corazón esta que se despide con un beso y un fuerte abrazo. Inmaculada Trani Ortiz

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