martes, 29 de octubre de 2013

72.- Velasco y Merino

El otro día me crucé con unos críos de entre diez y doce años y sin poder disimular mi tradición de enseñante les pregunto:
-¿Adónde vais?
-Al colegio -me respondieron muy educadamente.
-¿Y cómo se llama vuestro colegio?
-Velasco y Merino -dijeron casi a coro.
-¿Y quiénes eran estas dos personas? -insistí con mis preguntas más propias de un examen oral.
Ninguno supo dar norte de aquellos nombres ni de por qué se los habían puesto al colegio.

El paso del tiempo lo borra casi todo, y de esa erosión de la memoria no se escapan ni siquiera los nombres de personas que les dimos a lugares o instituciones de nuestro pueblo para honrarlos y recordarlos: Calle Nicolás Morales, APMA Inés Molina, Avenida Juan Molina, Calle Teniente Alcalde Diego Navas, Instituto José Hernández, biblioteca Dulce Chacón...

Entre los muchos y muy buenos maestros y maestras que han impartido su docencia en Villanueva del Rosario, destacan dos maestros: don Juan Antonio Velasco Muñoz y don José Merino Valenzuela. Don José Merino llegó al pueblo antes de la guerra, en 1933 junto con su mujer, también maestra, doña Carmen Iglesias Zamarra. Aquí nacieron sus dos hijos, Quica y José Miguel, y de aquí se marchó a Madrid en 1959, donde se jubiló y falleció años más tarde. Un poco antes que don José, en 1931, soltero y con 24 años, tomó posesión de su plaza de maestro en nuestro pueblo don Antonio Velasco, después de ejercer durante un tiempo en Villanueva de la Concepción.

Eran aquellos años unos tiempos muy duros y con dos maestros y dos maestras bastaba para enseñar lo  más elemental a los pocos niños y niñas que podían permitirse el lujo de asistir durante unos años a la escuela. La inmensa mayoría de aquellos críos y crías comenzaban a trabajar o a servir desde la más temprana edad.

Una de las labores más encomiables que hizo don Antonio Velasco fue la de formar grupos de estudiantes a los que preparaba para examinarse de Bachillerato en Antequera, Málaga o Granada. Yo mismo fui alumno suyo durante un tiempo y soy testigo del empeño que ponía don Antonio en que estudiase, aunque mi familia a veces tenía que pagarle las clases con un saco de carbón porque la economía no daba para más. Gracias al saber y al interés de aquel hombre fueron muchos los saucedeños que consiguieron 'sacarse una carrera', como entonces se decía. Ejerció su labor docente en Villanueva del Rosario hasta septiembre de 1958. Antes de marchar a Dos Hermanas, su nuevo destino, un grupo de antiguos alumnos, entre los que había médicos, maestros, farmacéuticos, veterinarios, técnicos sanitarios, le hizo un homenaje.


Fachada del colegio Velasco y Merino el año 2013

Placa de cerámica en la que se recuerda los años en los que estos maestros trabajaron y vivieron en el pueblo.

El Grupo Escolar comenzó a funcionar como centro de enseñanza, para lo que había sido construido, hasta principios de los años cuarenta del siglo pasado, una vez acabada la Guerra Civil. antes las clases se impartieron en un viejo edificio que se derribó para instalar la Caja de Ahorros de Antequera (actual Unicaja) y también en el primitivo edificio del reloj, donde además estaban las casas de los maestros. Las dos fotos siguientes furon tomadas en el patio de una de estas dos escuelas.

Don José a la izquierda y don Antonio a la derecha, rodeados de alumnos, entre los que estaban Juan Molina, Enrique Vallejo, José 'El Moro'...




Carmen Iglesias y sus alumnas.

Don Antonio Velasco y sus alumnos en Villanueva de la Concepción

Don Antonio Velasco y un grupo de estudiantes hacia 1953
Sentados: Alfonso, Pepe Luis Godoy, José Antonio Ruiz, Pepe hermano de Leo, yo, Paneque, Pepe Repiso y uno que vivía en el cortijo de la Paloma.
De pie: don Antonio, El Terrizo, Bebito, Lucio Repiso, Juan García 'el Chato', Inocencio, Manolín y la Trini de Gamba.

Don José Merino junto a unos niños de primera comunión. Los de la derecha son Armando y Sergio.

Carmen Iglesias con su clase.

Don José Merino delante de un grupo de chicos y chicas vestidos para el día del Domund.

En septiembre de 1958, antes de partir para su nuevo destino en Dos Hermanas, antiguos alumnos le hicieron un homenaje a don Antonio Velasco.




El médico don Cristóbal, don Antonio, Benito, don Luis el farmacéutico, Sebastián el practicante




En 1974 un grupo de amigos promovimos la idea de dar el nombre de estos dos maestros al colegio. En la foto se ve el momento en el que don Antonio Velasco nos agradece el haberse acordado de de él y de su compañero don José Merino.
Al lado de don Antonio está doña Carmen, viuda de don José Merino. Yo soy el de traje, camisa blanca y brazos cruzados.



Dos vistas del edificio del Colegio Público Velasco Merino y de su entorno.



3 comentarios:

  1. Hola paisanos.La escuela cuantos recuerdos,la semana pasada estuve con mi prima Nati la hija de mi tía Ascencion y Manolo Polaco que así le llamaban en el pueblo y comentábamos cosas de la escuela ,los arboles frutales que buenas estaban las perillas que apenas las dejábamos madurar.Yo estuve con don Rafael Castillo ,don Higinio, don Luis y como no acordarse, de doña Enriqueta maestra de las niñas .Lo de la placa con el nombre de los maestros me parece muy bien ,fueron tiempos muy difíciles y que menos reconocer esa labor tan importante que es la enseñanza .Se me olvidaba comentar que los niños y las niñas como bien recordarais estábamos separados, mejor ahora juntos......Un abrazo y asta otro día


    ResponderEliminar
  2. Don José Merino, mi abuelo (que no conocí) y Doña Carmen Iglesias mi abuela. Mi madre, Quica y yo maestra en un Colegio de Madrid. Qué bonito si algún día se recordara mi labor como la de mis abuelos. Sin embargo, ya son otros tiempos, otras exigencias y otra educación... Con que mis alumnos y sus padres sepan que mi vocación fue, es y será por ellos, es suficiente. Dura la labor del docente... Pero la más bonita, la que nos marca a todos y nos delimita. Yo nunca olvidaré a mi mejor maestra, María Fernanda, gracias a ella soy lo que soy.
    Todos tenemos un profesor que nos cambió, que nos hizo ver algo de la manera o que nos miró de otra manera.
    Gracias por el homenaje, me siento muy orgullosa de mis raíces, que aunque lejanas, persisten.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tienes más razón que un santo, como dicen en mi pueblo, que fue el pueblo donde tus abuelos fuero maestros en aquellos años tan difíciles. Yo también he sido enseñante durante cuarenta años y mi mayor alegría es cuando alguien que fue alumno mío me reconoce y me da las gracias por lo que intenté enseñarle.
      Pilar, perdona que te conteste tan tarde pero es que ando metido en otros asuntos que me tienen algo alejado de este blog. Gracias por participar.

      Eliminar